miércoles, 7 de agosto de 2019

El xerojardín.

Plantas xerófitas.

  La palabra xerófita proviene del Griego, que significa xero-seco y fita-planta. Su hábitat natural son la cuenca Mediterránea, regiones continentales del interior, desiertos, estepas y roquedales áridos. Son un grupo de plantas que se han adaptado a la escasez de agua, modificando sus raíces, sus hojas y sus tallos, esta adaptación tan extraordinaria de las xerófitas, las ha llevado a tener raíces largas, hojas muy pequeñas, o cubiertas con pelos o cera o incluso pueden tener espinas o aguijones. Esto les permite captar cada gota del preciado líquido que se pose en la planta o que se encuentre alrededor de la misma, en condiciones desfavorables que otro tipo de plantas no resistirían, esto las hace plantas muy apreciadas en la jardinería actual, poniendo en práctica el concepto “xeroscape”, que se desarrolló en el oeste de Estados Unidos en la década de los 80, (ver el art. “El jardín sostenible”), creando jardines sostenibles y respetuosos con el medio ambiente.

 Las xerófitas mediante ingeniosas adaptaciones que han desarrollado con el tiempo, han resuelto la escasez de agua y la climatología extrema, así nos encontramos con las freatófitas, que han desarrollado raíces profundas para absorber cantidades suficientes de agua del suelo casi seco, para ello cuentan con un xilema muy desarrollado, que contiene vasos de gran diámetro que permiten la circulación rápida de los fluidos, como ejemplos tenemos al Eucaliptus, el Adenium obesum (rosa del desierto) o el Prosopis.


 Las esclerófilas, han desarrollado hojas pequeñas, verdes todo el año, coriáceas, es decir, con limbo es duro y espeso, poco jugosas y con una baja relación entre superficie externa y volumen; el tejido vascular de las hojas, frecuentemente está reforzado por lignificaciones. Muchas plantas siempre-verdes tienen hojas revolutas para poder reducir la superficie de transpiración, otras las tienen escuamiformes o erectas, el excesivo calentamiento del limbo se evita mediante la posición de perfil, como ejemplos tenemos al Madroño, la Azalea o el Arrayán.


 La reducción, es otra ingeniosa adaptación, aquí las hojas han evolucionado en la formación de órganos aplanados, estos órganos aplanados, foliiformes, se forman para compensar la disminución de la fotosíntesis por la reducción de las hojas, algunas plantas presentan hojas con filodios, es decir, pecíolos aplanados de aspecto laminar, que frecuentemente persisten después que la lámina ha caído, como ejemplos tenemos a las Acacias.


  Espinas y aguijones, las espinas son formaciones agudas, aleznadas, en ocasiones ramificadas, provistas de tejido vascular, rígidas por ser ricas en tejidos de sostén,
ésta pueden tener un origen foliar como en la Acacia aroma (Espinillo), con espinas simples, en la Berberis vulgaris (Agracejo), con espinas trifurcadas o en la Euphorbia splendens (Corona de cristo), con las espinas que son estípulas modificadas. Las espinas pueden tener un origen caulinar, es decir que son ramas reducidas a espinas, como sucede en la Prunus spinosa (Endrino), en otras especies, el tejido vascular de la espina es una continuación del leño del tallo como en la Gleditsia triacanthos (Acacia negra), en otras ocasiones presentan espinas caulinares que a veces llevan hojas diminutas como en la Hydrolea spinosa (Abrojo), que es una planta palustre de nuestros humedales.
En cambio los aguijones carecen de tejido vascular y por ello son fáciles de arrancar, los aguijones de la Ceiba speciosa (el palo borracho), o de la Fagara rhoifolia (Tembetarí), son emergencias formadas por tejidos corticales del tallo.


  La suculencia, en muchos casos, la planta xerófita guarda su reserva de agua durante los cortos períodos de lluvia y la almacenan para la estación seca en los tallos, los cuales se engrosan, es el caso de las cactáceas o las caudiciformes, el agua la pueden almacenar en diferentes tejidos, en la epidermis, como ocurre en las hojas de las Piperaceae y los ficus; en el parénquima acuífero, donde las células parenquimáticas que almacenan agua son grandes, de paredes delgadas y con una gran vacuola donde se acumula el agua, en estos casos, cuando este tejido alcanza gran desarrollo y los órganos adquieren consistencia carnoso-jugosa, las plantas se denominan suculentas, son ejemplo de este tipo el Agave, el Aloe y el Mesembryanthemum (uña de león).


  En los tallos suculentos de las Cactaceae y en ciertas Euphorbias o Asclepiadaceae, la reducción de las hojas se extrema y las plantas son áfilas, es decir, carecen de hojas, en estos casos la función asimiladora de éstas es realizada por los tallos, en esta adaptación, se reducen las ramas laterales y las hojas son reemplazadas por espinas, aumentando la corteza para almacenar agua. Algunas Cactaceae presentan tallos aplanados con yemas axilares reducidas en los nudos y estrechamientos en los puntos de ramificación.


 El caso extremo de esta adaptación es el tallo esférico, con profundos pliegues y costillas que siguen las hojas que se insertan a lo largo de dos líneas opuestas en el tallo, estos tallos plegados pueden extenderse o contraerse en función de que el parénquima acuífero esté más o menos repleto de agua, las ramas que tienen un crecimiento limitado, es decir son ramas cortas, con ejes de crecimiento internodal reducido y por lo tanto hojas muy próximas entre sí, dispuestas muchas veces en roseta, a este tipo de plantas se les denomina brevicaules, en roseta o rosuladas, son ejemplos de este tipo los Kalanchoes, la Trasdescantia y otras muchas endémicas en localizaciones concretas.


  Con lo expuesto en este artículo, si nos decidimos por un jardín de xerófitas, está claro que disponemos de una enorme variedad de especies, muchas de ellas autóctonas, con lo que conseguiremos un mejor aprovechamiento hídrico, proporcionaremos alimento y refugio a un mayor número de especies silvestres, entre ellas numerosas aves, insectos y mariposas, en la medida de lo posible tenemos que imitar a la naturaleza disponiendo de una gran diversidad de plantas y ambientes (zonas de arboledas, arbustos, rocallas, zonas de plantas aromáticas, tapizantes, recubrimientos vegetales e inorgánicos, etc.) que son de gran atractivo para la fauna silvestre y tendremos un jardín eco sostenible, ya que nuestro diseño estará basado en el uso racional y eficiente del agua; Aunque resulte paradójico, el xerojardín puede ser un lugar de gran belleza con mucha riqueza y vida.



Ramón Gijón, delineante proyectista.
Dedicado a mis amigos con los que comparto el respeto por el medio ambiente.











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