La energía solar fotovoltaica.
En la actualidad la apuesta por las energías renovables es un hecho y ya es muy visible en diferentes sistemas productivos como la automoción, la industria, o el turismo entre otros y como no también en la agricultura, ya que no puede quedarse al margen de esta corriente, siendo impulsada por la FAO, hay que tener en cuenta que el mayor consumo energético en Europa se produce en la agricultura de regadío.
Como ya se vio anteriormente, el riego por goteo y los sistemas de aspersión han permitido a los productores tener un control más preciso de su consumo de agua y un ahorro de este recurso, tan escaso en algunas zonas y en otras ocasiones, son difícilmente explotables por encontrarse en acuíferos subterráneos. También otro factor negativo es, sobre todo en los últimos años, las constantes subidas en las tarifas eléctricas, de forma que la factura energética ha aumentado considerablemente. Es por lo tanto, urgente dar un nuevo impulso que vendrá por parte del uso de las energías renovables.
En concreto hablamos de la energía solar fotovoltaica, este tipo de riego se basa en el aprovechamiento de un recurso ilimitado, la radiación solar, para generar energía que será utilizada para alimentar a los sistemas de bombeo y los sistemas eléctricos de la instalación de riego de la explotación.
De una manera esquemática y resumida, una instalación de energía solar fotovoltaica está compuesta por:
Unos paneles fotovoltaicos que convierten la energía de la radiación solar en corriente continua.
Una estructura sobre la que se disponen los paneles solares.
Un cuadro de control, que está formado por un variador de frecuencia y demás elementos que gestionan la instalación.
Un sistema de bombeo que extrae el agua y la almacena en una balsa para su posterior uso o que directamente alimenta a la red de riego.
Por último, se disponen sistemas de monitorización para tener un control completo de la instalación, así como el consumo en tiempo real.
Las ventajas de este tipo de instalaciones, son en primer lugar, son unas instalaciones que permiten aislar la explotación agrícola de la red eléctrica general, de esta manera se puede llegar a ser autosuficiente en cuanto a consumo energético se refiere. Con ello, se ahorra en la factura eléctrica de la explotación y por consiguiente aumenta la rentabilidad para el agricultor. Otra ventaja es que estos sistemas también pueden ser instalados en zonas aisladas con acceso deficiente o nulo a la red eléctrica, permitiendo con ello el desarrollo de estas áreas marginales y fijar población en el medio rural, ya que los paneles fotovoltaicos generan energía eléctrica suficiente para abastecer los diferentes motores y elementos eléctricos de la red de riego (pivotes, sistemas de monitorización, sensores, etc.).
También, debido a la instalación y control de la monitorización, se consigue una mayor eficiencia en el uso del agua, ya que no solo se puede tener un control casi total de la instalación de riego desde dispositivos móviles, sino también acceso a un histórico de datos de uso y gasto. Si a estos sistemas les sumamos tecnologías TIC, que ajustan la disponibilidad eléctrica con las necesidades de riego, tenemos una combinación perfecta que aumenta de forma considerable la eficiencia.
Por otra parte, una vez la instalación está en funcionamiento, mejora de forma notable la sostenibilidad de la explotación, ya que reduce la huella de carbono en transporte de cisternas así como su huella hídrica y ambiental y ademas está en consonancia con los objetivos de la política agraria comunitaria y asume las demandas de un consumidor cada vez más concienciado con el medio ambiente.
Ramón Gijón, delineante proyectista.
Fuente: la huerta digital.
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