martes, 23 de mayo de 2017

Jardín Botánico de Valencia, II.- La arquitectura.

Jardín Botánico de Valencia.



II.- La arquitectura.





Los invernaderos y el umbráculo de madera.

   La construcción de los primeros invernaderos y umbráculos se realizó bajo la dirección de José Pizcueta. Estas instalaciones respondían a la necesidad de salvaguardar los cultivos exóticos del frío en invierno, y de las altas temperaturas y el sol en verano.
  Entre 1845 y 1850, el arquitecto Timoteo Calvo alzó un invernadero de madera y de vidrio, que ocupaba el lugar donde hoy se encuentra el invernadero de la balsa, al lado de la acequia de Na Rovella. La estructura de 180 m2, estaba orientada al sur, el punto más alto medía 5 mts. y tenia 30 de longitud. Pasados unos años, detrás del invernadero, en una superficie de 800 m2, se construyó el umbráculo de cubierta vegetal y 57 columnas de madera.
  Actualmente ese mismo espacio está ocupado por la Muntanyeta. Y es que tanto el invernadero como el umbráculo duraron pocos años debido a la descomposición de la madera sometida a la humedad y el calor.

El invernadero tropical.

  Es el invernadero más importante del Jardín Botánico, tanto por su valor histórico como arquitectónico. Fue alzado a mediados del siglo XIX por el arquitecto valenciano Sebastián Monleón, responsable de valiosos proyectos como la facultad de Medicina o el claustro de La Nau, antigua sede de la Universidad de Valencia. Situada en el centro del Jardín y orientada al sur, se trata de la primera edificación española que cuenta con el hierro y el vidrio como principales materiales. En este sentido es también uno de los edificios más importantes de Europa durante la segunda mitad del siglo XIX.

  La estufa tiene 24 mts de longitud y 465 m2 de vidriera, compuesta por 5.342 vidrios que se extienden por su estructura arqueada. La parte inferior se apoya en una vertiente de piedra, mientras que la parte superior lo hace sobre un muro grueso de mampostería, que más tarde se aprovechó para adosar el antiguo edifico de dirección. Entre 1989 y 1991 se restauró respetando el diseño original. Además, se mejoraron las condiciones para el cultivo de las plantas tropicales y de ambientes húmedos con la instalación de sistemas de humectación, calefacción y riego.


El umbráculo.

  A finales del siglo XIX, en sustitución del primer umbráculo de madera, el nuevo director Eduardo Boscá planteó la edificación del que hoy conocemos como el Umbráculo. El arquitecto madrileño Arturo Mélida y Alinari fue el encargado del proyecto. Entre sus trabajos más destacados encontramos la restauración del claustro de San Juan de los Reyes de Toledo y el palacio de Liniers de Burgos.

  La instalación ocupaba 560 m2, con una cubierta semicilíndrica de metal apoyada en gruesas pilastras de ladrillo cara vista. Tenía 12 mts de altitud en el centro y los arcos de luz de 24 mts no tenían ningún apoyo. Para hacer sombra, sobre la estructura se disponía de un sistema de velas de regulación manual.

  En 1987 el umbráculo se encontraba muy deteriorado. Las pilastras de ladrillo estaban agrietadas, se instalaron árboles y arbustos, y la cubierta de ramas de brezo, que sustituyó las velas, se echó a perder en un incendio. En la restauración se respetó el diseño original, si bien se introdujeron algunos cambios, entre otros: no se utilizaron materiales vegetales y los adornos se hicieron con hierro colado, en lugar de zinc repujado. También se recuperó la balsa central utilizada para el riego y eliminada en la reforma de 1966.



Otros invernaderos y el muro.

  La Caseta del Romero, el invernadero de la balsa y los invernaderos menores fueron construidos a finales del siglo XIX y se restauraron un siglo más tarde. Respecto a la primera, en el pasado era la estufa de los helechos, pero posteriormente se habilitó para el cultivo de las plantas crasas con la instalación de sistemas de calefacción y de humectación. Se accede a través de una casita donde antiguamente se encontraba la caldera de calefacción. Detrás de ella se ubica el invernadero de la balsa, que sustituye al de madera proyectado por Timoteo Calvo. Ocupa una superficie de 150 m2, se eleva hasta 6 mts y está dedicado a las plantas tropicales, por lo que durante la restauración se instalaron sistemas de riego, sombreado y calefacción.

  Cuando José Arévalo Baca era director del Jardín se construyeron los cuatro invernaderos de hierro y de vidrio que se encuentran delante del tropical. Todos responden a un diseño similar al grande, y tienen 3,5 mts de altura y 40 m2 de superficie. Antiguamente se utilizaban para producir plantas que después se trasladaban a las diferentes colecciones del Jardín. Con la restauración se habilitaron como espacios de exposición abiertos al público, de modo que hoy en día están dedicados a los helechos, las orquídeas, las bromeliáceas y las plantas carnívoras. 
 En cuanto a la estufa fría, fue otra construcción recuperada. Después de utilizarse como acuario, en la actualidad es una sala multiusos.

Por último, el muro que rodea el Jardín es la tapia que cercaba el huerto de Tramoyeres. Fue rehabilitado y adaptado para su nuevo uso con una pilastra que por su parte interior sirve de apoyo para las plantas enredaderas.


El edificio de investigación.

  Los arquitectos Carlos Bento y Luis Gay se hicieron cargo de diseñar, en 1987, el edificio de investigación. Una construcción necesaria para dar respuesta a las necesidades de investigación, divulgación y educación, a la vez que potenciar la proyección social y cultural del Jardín Botánico.

  El edificio da a la calle Quart, en el extremo sur del Jardín, y ocupa unos 1.200 m2. Preside la entrada al Jardín un almez de más 70 de años que se alza en el patio circular de la planta central. En las plantas superiores se encuentran las estancias dedicadas a la investigación y el estudio: los laboratorios, el herbario, la biblioteca, el banco de germoplasma; así como el departamento de administración y el gabinete de cultura y comunicación.

  Tanto las fachadas exteriores como las del patio central son de piedra calcárea de Ulldecona, de hormigón visto y panel de aluminio lacado, elementos constructivos que acoplan la puerta del Jardín en el entorno urbano clásico que lo circunscribe.


Fuente: Universidad de Valencia, Jardín Botánico de Valencia.

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