lunes, 16 de octubre de 2017

Factores condicionantes en el diseño de un jardín.

Factores condicionantes en el diseño de un jardín.

  Cuando adquirimos una propiedad, después de haber acometido la hercúlea tarea de rehabilitarla y de acondicionarla al siglo XXI, nos encontramos con una casa rural, respetuosa con el medio ambiente y con su entorno, única, porque no hay otra igual, y personalizada, ya que nos hemos implicado en su diseño, en los materiales utilizados y en los acabados, y porque hemos devuelto a la vida algún que otro mueble o hemos restaurado ese arco de piedra que se caía a trozos, en definitiva, hemos conseguido mejorar una pequeñísima parte de este planeta que tan maltratado está.

  Pero cuando salimos al patio, nos damos cuenta que todavía no hemos terminado y que nos quedan cosas por hacer, por lo que cogemos de nuevo la cinta métrica, las lienzas, las estacas y proyectamos un gran diseño, lo ponemos en marcha removiendo tierras, haciendo un murete aquí o allá, peldaños tal vez, unas praderillas aterrazadas, una barbacoa con su solado o esa terraza al salir de casa, y llegados a este punto, acometer la plantación de los ejemplares que vamos a incorporar, acondicionar los que ya estaban y vamos a conservar, o sembrar el césped, si es el caso; pero previamente a todo esto, tendremos que conocer los factores condicionantes, que por otra parte son los que nos van a determinar que especies podemos o no podemos plantar.

  Efectivamente, a la hora de diseñar un jardín, ya sea grande o pequeño, público o privado, o independientemente de a quien va a ir destinado, hay que tener en cuenta los llamados factores condicionantes, que nos limitarán en el diseño y en las especies a incorporar, estos factores son; factores climáticos, factores fisiográficos, factores edáficos, factores hídricos, factores biológicos, factores económicos o estéticos, factores legales, factores de ejecución o factores de uso final; de todos esto factores, solo los tres primeros son limitantes en cuanto al material vegetal que va integrarse en nuestro nuevo jardín.

  En cuanto al primer factor, el climático, habrá que tener en cuenta, las temperaturas medias, las máximas y las mínimas, de esta forma podemos establecer el peligro de haladas o el período de máxima aridez, confeccionando unas sencillas tablas; la pluviometría, el índice de humedad relativa, el índice de radiación solar y los vientos dominantes, los podemos consultar en las estadísticas del AEMET para la zona en cuestión.

  En cuanto al segundo factor, el fisiográfico, tendremos que tener en cuenta, la altitud, la exposición u orientación y la pendiente u orografía del terreno. Esta información es accesible por internet o consultando planos topográficos de la zona.








 



 En cuanto al tercer factor, el edáfico, estudiaremos las características del suelo, éstas las podemos clasificar en propiedades físicas y en propiedades químicas; las propiedades físicas serían, la textura, la estructura, la densidad y la porosidad; y las propiedades químicas serían, la capacidad de intercambio catiónico, el ph del suelo y la conductividad eléctrica.

  Todos estos datos los podemos obtener a través de un laboratorio especializado o por medios propios, con unos procedimientos muy sencillos, como se puede ver en los gráficos. Ya con nuestros datos en la mano, podremos actuar, si es el caso, a efectuar enmiendas en el terreno, con el fin de optimizar sus propiedades.



 

















 Tras efectuar las catas en el terreno, se vierte una cantidad estipulada de tierra en el recipiente, a ser posible de vidrio liso y tras la decantación de ésta, procederemos a aplicar una simple regla de tres, para sacar los porcentajes correspondientes.

                                                                         
  Posteriormente, trasladamos los resultados a la tabla de interpretación y podremos saber que textura tiene nuestro jardín, y como mencioné anteriormente, proceder a efectuar enmiendas en el terreno para corregir las deficiencias que pudieramos encontrar.


Ramón Gijón, delineante proyectista.
















 






Flores para el Otoño.

Flores para el otoño.


 Al implantar especies perennes de otoño conseguiremos agregar color y vida a un jardín que comienza a decaer visualmente hablando. La primavera es la época de oro en el jardín, capta la mayor parte de nuestra atención, ya que disponemos de un sin fín de variedades, de colores y de tamaños, pero no debemos olvidar que tendremos que incluir especies que nos permitan tener un jardín colorido, también en esta época del año.

 Muchas de las plantas perennes que florecen en otoño, si las incorporamos a nuestro jardín, reforzarán la tradicional coloración de la época con rojos, amarillos, naranjas y púrpuras, pero eso no es todo, hay un montón de especies que nos ofrecerán otros colores, como blancos, rosados, azules y lavandas, de esta manera tendremos una mayor variedad y un mejor apariencia de nuestrol jardín.

 Otro detalle a tener en cuenta, es que las especies que vayamos a implantar, las elijamos en función de lo que ya está en nuestro entorno, es decir hay que echar un vistazo alrededor y ver aquellas plantas que aún están en flor, como las cannas, las rudbeckias, Equináceas y muchas otras que continúan floreciendo incluso en tiempos mucho más frescos. Por lo tanto, la elección y la planificación de las especies para asegurarnos un alargamiento en los tiempos de floración, nos asegurará un jardín colorido a lo largo de toda la temporada.
 Esta es una relación de plantas perennes de otoño que podemos utilizar para este cometido, aunque habrá que tener en cuenta la climatología de nuestra zona en particular, la mayoría de de éstas podrán adaptarse a nuestro jardines.

 Girasol.- Aunque esta no es perenne, el girasol amarillo está incluido en esta lista por la espectacularidad de sus flores y por su resistencia al frío. Además, incluso las variedades más pequeñas tienen tallos más cortos y están disponibles a la venta como flores decorativas.
 

  Zinnia.- Es una planta anual y no es resistente a las heladas, en un ramo de flores otoñal y colorido no pueden faltar las zinnias. Florecen en los colores típicos del otoño, blanco, amarillo brillante, naranja, rojo y rosa, ya a sean las flores dobles como sencillas, pueden permanecen durante mucho tiempo frescas y bonitas en el florero. 
 

  Dalias.- Es una planta perenne, que tendremos que proteger de las heladas tardías, pero la dalia es la flor más difícil de superar en cuanto a la riqueza de su especie. Sus flores simples y dobles brillan en colores deslumbrantes como el blanco, amarillo, naranja, rojo, rosa y morado. Es espectacular, y se pueden combinar perfectamente con otras plantas otoñales y se mantienen muy bien en el jarrón. 
 

   Hortensia.- Las hortensias son las joyas especiales del otoño, son resistentes al frío. Su popularidad como flor de jarrón disponible a la venta aumenta de año en año. Las bolas de flor que se forman de flores individuales dan un toque de encanto increíble gracias a la combinación de las notas de color azul, rosa y blanco. 
 

  Aster.- Es una planta perenne, Los aster esperan para irradiar un derroche de colores, son resistentes al frío. Dependiendo de la variedad, los colores pueden darse desde el blanco, amarillo, naranja, rojo, rosa y púrpura. Además, los periodos de floración tardíos prometen una floración larga y bonita. Las flores pueden crecer sencillas, semidobles y dobles y alcanzar una altura de unos 60 cm. Las flores Callistephus permanecen frescas hasta dos semanas en el jarrón.
 

  Farolillos.- Es una planta perenne, resiste heladas suaves, las frutas de color naranja brillante que se encuentran en otoño y se agrupan más de una en un tallo reciben el nombre de farolillos. Esta planta es un poco mas alta, 1 metro de altura, enbellece los jardines en otoño y da vida al jardín en otoño. Las frutas son un accesorio popular en ramos de flores o incluso participan en coloridas guirnaldas de otoño.
 

  Alstroemeria.- También se le conoce como lirio de los Incas, es resistente al frío y tiene un comportamiento parecido a la cannas, puede alcanzar los 150 cm de altura que alcanzan los pedicelos, se encuentran lirios en todas las direcciones y brillan en muchos tonos de blanco hasta rojo. Las flores cortadas aguantan un largo tiempo y son una parte indispensable de ramos mixtos de otoño.
 

  Crisantemos.- Es una planta que tolera heladas suaves, pero afectará a la floración, existe una gran selección de formas desde flores simples y dobles hasta forma de bola o pompón. Debido a su larga vida como flores de jarrón, están muy bien reconocidas. Poco a poco, pierden su imagen de flor de cementerio y pertenecen a los ramos de flores coloridos y otoñales. La gama de colores va desde el blanco a amarillo, rojo, rosa y violeta.




Fuente: www.floragard.de/es

martes, 3 de octubre de 2017

El jardín de la Glorieta.


El jardín de la Glorieta.

I.- Cronología histórica.

  El Jardín de la Glorieta fue trazado por el arquitecto de la fortificación Don Manuel Serrano Insa que delimitó lo que sería el futuro parque. Para su construcción se aprovecharon los solares originados por la demolición de varias casas situadas entre Santo Domingo y La Aduana al ser edificado este nuevo edificio a fines del siglo XVIII.

  A este fin fueron adquiridos los citados solares por el mariscal Suchet en 1812. Al llegar Elio a la capitanía general se pensó en instalar en esta superficie un monumento a Fernando VII rodeándolo de arboleda. El monumento no llegó a realizarse nunca pero se comenzó la plantación de naranjos, sauces y fresnos, con lo que se comenzó a delinear el futuro paseo.

  Entre 1817 y 1820 se adquirieron una serie de obras escultóricas procedentes del huerto del canónigo Pontons en Patraix para la ornamentación del jardín, entre ellas el tritón realizado por Ponzanelli y que todavía se conserva, las cuatro estaciones y el Neptuno.
  Las obras paralizadas con la caída del General Elio, no se reanudan hasta 1826 siendo Capitán General O’Donell quien mandó cerrar el jardín con una balaustrada de madera entre pilares de piedra rematados por pomos y jarrones. Esta balaustrada tenía una puerta de cierta monumentalidad frente a la calle del Mar, construida bajo la dirección del arquitecto Cristóbal Sales y rematada por dos leones de piedra que sujetaban con sus garras sendas esferas y llevaban al lomo geniecillos con emblemas, esculturas que realizó Vicente Piquer, se construye, ahora además el primer pabellón de música, en este momento la extensión del paseo jardín era de 150 metros desde la puerta de la plaza de Tetuán a la del Parterre y 20 metros de ancha.
 
  Al cesar en el mando O’Donell en 1833 se hace cargo de las sucesivas mejoras de la Glorieta el Ayuntamiento de Valencia, quien en 1841 toma posesión del huerto del convento de Santo Domingo con una extensión de “ocho hanegadas, un cuartón y doce brazas de tierra“, con la intención de anexionarlo a los jardines de la Glorieta.

  En 1844 se ensanchan los andenes y se desmonta la fuente del Tritón que fue a parar a unos almacenes, dos años después Don Domingo Cicchiari establece junto a la puerta de la calle del Mar un café que trataba de emular a los que se habían puesto de moda en París y Londres, alumbrándolo con luz de gas. En este año el número de plantas aumenta con la plantación de saigones del Canadá, catalpas, castaños de indias, plátanos orientales y tilos. En 1854 se planta gran cantidad de palmeras y en el año siguiente magnolias, al tiempo que se construye un invernadero junto al pabellón de música y se piensa en sustituir el cerramiento de madera por otro de hierro, cosa que no se llevará a la práctica hasta 1860.

  Este cerramiento de hierro, como ya mencioné en el post del jardín del Real, está actualmente en los jardines del Real, dicho cerramiento poseía varias puertas, la monumental recayente a la plaza de Tetuán, una enfrente de la ciudadela, otra que daba acceso al llano del Remedio, dos perpendiculares a la aduana y otra frente a la calle del Mar con motivo de la apertura de la calle de la Paz se abre otra puerta consistente en tres arcos. También en este año se instala de nuevo el Tritón situándolo en la fuente que actualmente existe, realizada en mármol negro según un proyecto del arquitecto Don Antonio Sancho y el alumno de la academia Don Antonio Cortina, adosándose dicha fuente a una pequeña montaña con bosquecillo.

  En 1895 se construye una casa de socorro entre el café y la verja recayente a capitanía, situada en el mismo solar donde antes había unos almacenes. En 1901 se lleva la estatua de Neptuno procedente de la Alameda y antes del Huerto de Pontons. Al mismo tiempo desaparecen las esculturas que representaban las cuatro estaciones, que se trasladan a otro jardín. El paseo sufre además una importante reforma de jardinería al elevarse macizos de plantas y flores con tierra procedente de los derribos de la calle de Peris y Valero, -antes, y después, “de la Paz”-, con lo que se consigue dar un aspecto más uniforme al conjunto. El 17 de junio del mismo año se inaugura el teatro con la representación de “El barbero de Sevilla”, teatro que es pronto destruido por un incendio.

  En 1905 Penichet describe el jardín como una “hermosa decoración de selva” con bosquecillos plantados de cedros, madroños, lentiscos y romeros coronados de corpulentos pinos y recias encinas que se levantan en medio de un parque florido rodeado de umbrosos plátanos… Más tarde, hacia 1919 el historiador Martínez Aloy habla del poderoso cedro, los corpulentos ficus y phenix, la gigantesca encina, la ecuatorial corifa, las hermosas latanias procedentes de la India y las enormes magnolias.

  La más profunda transformación de la Glorieta se efectuó en 1927, época de las grandes reformas urbanas de Valencia, siendo alcalde Don Luis Oliag, el Ayuntamiento acuerda llevar a cabo una total modificación del paseo, en unos meses desaparecieron las verjas, la mayor parte de los edificios allí existentes y muchos de los más antiguos y corpulentos árboles.

  A partir de entonces La Glorieta queda reducida a la extensión que aproximadamente tiene hoy, con algunos monumentos dedicados a personajes valencianos destacados como el del Doctor Gómez Ferrer obra de Paredes, menos los niños a sus pies, que son de Luis Bolinche, el busto dedicado al pintor Francisco Domingo Marqués, fundido en bronce, de Mariano Benlliure, que estuvo antes en las Alameditas de Serranos, y los de los pintores Muñoz Degrain y Joaquín Agrasot, ambos obra del escultor Francisco Maroc y Díaz-pintado, el primero coronando un banco de planta y perfiles curvos, el segundo en bronce, como lo fue también el primitivo del sainetero Eduardo Escalante, obra de Mariano Benlliure, que robada la cabeza, fue sustituida por una de mármol, obra del mismo Marco, situando este monumento a Escalante en un jardín del Cabañal, quedando reseñado allí.

  Inmediatos a este jardín e integrados en cierto modo a él están la rotonda ajardinada de la plaza circular del Marques de Estella, y en su centro, el monumento a los caídos, construido en 1946 durante la alcaldía de Juan Antonio Gómez Trenor, conde de Trenor, que es reproducción casi exacta y de parecida escala de la puerta del Real, construida en 1801, perteneciente a la muralla de la ciudad y derribada en 1867 con ella, a la bajada del puente del mismo nombre y enfilando la actual plaza de Tetuan, costa de tres vanos el central de medio punto, abiertos en una construcción de reproducidos de los de la puerta antigua (que se conservaban en el claustro del Carmen) y un escudo de valencia de remate central, el vano principal cobija una cruz de piedra a la que se accede por un anden radial de la rotonda ajardinada. 

  Asimismo, por su inmediata proximidad, junto al arranque de la calle de Colon, debe señalarse aquí la presencia, en un pequeño espacio ajardinado, entre dicha calle y el Palacio de Justicia, antigua aduada de Carlos III, del monumento al pintor Ignacio Pinazo Martínez al frente del alto pedestal una cartela contiene la dedicatoria "al pintor Pinazo" y fue inaugurado en 1949 (hubo otro monumento al pintor Ignacio Pinazo Camarlench, obra del escultor Vicente Navarro Romero, fallecido en 1978, situado en el jardincillo de la calle de Caballeros, contiguo a la Generalidad, sobre el solar que fue de la casa de la ciudad. La figura del pintor, sentado sobre un cómodo banco de piedra, vestía una especie de túnica, todo de mármol blanco. Con ocasión de construir en el jardincillo un refugio antiaéreo -en "art deco"-, en 1936, se eliminó también el monumento que se había inaugurado en 3 de febrero de 1919, con asistencia de Mariano Benlliure, director general de bellas artes y también, de gran asistencia corporativa y popular. 

  En 1950 se colocaron en la Glorieta un determinado número de antiguas farolas de gas con instalación de luz eléctrica fluorescente y se realizó un cercado de ciprés con supresión de la calle central abierta y cerrada más de una vez, dando así mayor amplitud a la zona de niños. La riada que sufrió Valencia en 1957, arrasó la Glorieta llegando a subir el agua casi tres metros, su aspecto actual procede de la reconstrucción realizada tras esa catástrofe, conformándose según su morfología actual.

II.- Arquitectura.

  El único elemento constructivo existente es la Fuente del Tritón, obra inspirada en una semejante del maestro italiano Bernini. Esta escultura fue una de tantas obras que se trajeron para la decoración de la Glorieta desde el huerto del canónigo y mecenas de las artes Antonio Pontons.

 El personaje central de la fuente es el dios Tritón, está realizado en mármol blanco y se levanta sobre rocallas y la figura de un niño, le acompañan otros seres de la mitología griega, lleva una gran caracola por la que sopla y por la que sale un chorro de agua.
 La figura es obra de Giacomo Antonio Ponzanelli. Fue traída a la Glorieta en el año 1833 para ser retirada en 1844 y vuelta a colocar en su lugar actual en 1860.


Fuente: jardinesvalencia.es, valencia.es

domingo, 1 de octubre de 2017

Walipini, una alternativa ecológica.

Walipini, una alternativa ecológica.
 
  Cuando estamos en una región continental, el clima es muy bronco, con inviernos con unas temperaturas muy bajas y heladas persistentes y veranos con temperaturas tórridas, en muchos casos, superiores a los 40ºC. En un ambiente así, el cultivo de hortalizas en el huerto o el mantenimiento de un jardín es muy complicado, ya que nos limita el tipo de ejemplares que podemos cultivar y también nos obliga a una sola cosecha. La única alternativa para paliar esto, es contar con un invernadero, los podremos instalar de madera, de hierro forjado, o de aluminio, y se pueden panelar de pvc, de cristal, o de policarbonato, pero un invernadero convencional al estilo occidental, resulta caro de construir y caro de mantener, ya que para mantener una temperatura estable, tendremos que valernos de calentadores en invierno y de ventiladores y nebulizadores en verano, por lo que obligatoriamente necesitaremos una acometida de agua y otra de corriente eléctrica.

  Pero aunque parezca que estamos abocados a la desesperación, existe una alternativa, estamos hablando de un invernadero solar y subterráneo, además, no es un recurso nuevo, de hecho, la idea de utilizar la tierra para el cultivo y la protección de los alimentos por medio del calor, ha sido utilizada a lo largo del tiempo, ya en el siglo XVIII, y probablemente antes, los agricultores en norte América, utilizaron "agujeros de crecimiento", que no eran otra cosa que profundas zanjas cubiertas por ventanas de tormenta o de vidrio, éstos evolucionaron y se desarrollaron rápidamente en espacios más grandes, para que se pudiera trabajar en ellos. Además, podemos encontrar diversas variantes de invernadero subterráneo cubierto de tierra por todo el mundo, desde China a Sudamérica, sobre todo en Bolivia, que es donde encontramos los walipini, en términos simples, un walipini es un hoyo rectangular en la tierra con dos o tres metros de profundidad, cubierto con una estructura que soporta una manta de plástico, el lado más largo del rectángulo está orientado al sol del invierno, al Norte en el hemisferio sur y al Sur en el hemisferio norte, que es el caso que nos ocupa. Una pared gruesa de tierra presionada en la parte de atrás de la estructura y una pared mucho más baja en el frente, proporcionan el ángulo correcto, unos 39º, para el techo de plástico, este techo sella el hoyo, proporciona un espacio de aire aislado dentro de las dos capas del plástico y permite que los rayos del sol penetren, creando un ambiente cálido y estable para el crecimiento de las plantas.


En comparación con un invernadero solar tradicional, un invernadero subterráneo tiene la ventaja de estar rodeado de gran cantidad de masa térmica, en paredes y suelo, entendemos por masa térmica, a cualquier materia densa, agua, piedra o tierra, que tiene la capacidad de sostener y almacenar energía, de esta manera, el invernadero se calienta durante el día, el suelo mantiene ese calor, y luego lo libera por la noche, evitando que el invernadero se enfríe demasiado, el suelo también aísla el espacio aéreo del invernadero, en el caso del walipini se aprovecha de las temperaturas más cálidas de la tierra profunda, es decir se aprovecha de un principio físico que se denomina gradiente geotérmico, que es la variación que tiene la temperatura, a medida que se profundiza en la corteza terrestre, en los niveles más superficiales de la corteza terrestre el valor medio del grado geotérmico es de unos 33 mts., es decir, hay que profundizar dicha distancia para que la temperatura aumente 1°C, aunque el valor promedio de este gradiente es de 25℃/km de profundidad, considerando siempre que se avanza desde la superficie hacia el centro de la esfera terrestre.

  En general, con un invernadero subterráneo, del tipo que sea, es un invernadero mucho más eficiente energéticamente hablando, ya que se mantiene más caliente con una temperatura estable y de una forma natural durante todo el año, unos 15ºC, sin tener que calentar y enfriar como en un invernadero convencional. Por lo tanto, los walipini son una gran alternativa, eficiente y económica, para poder producir alimento durante todo el año, incluso en los lugares más fríos, son una alternativa mucho más accesible y efectiva, walipini, es una palabra de la lengua Aimará, de una región de Bolivia, su traducción sería, “un lugar cálido”, también conocido como invernadero subterráneo o agujero. Fué desarrollado por primera vez hace veinte años en las regiones montañosas frías de Sudamérica, este método permite que los agricultores mantengan un huerto o un jardín productivo todo el año, incluso en los climas más fríos, lo increíble de los walipini, es que combinan los principios de calentamiento solar pasivo con una estructura protegida por la tierra, y además, la manera de hacerlo es muy simple.

  Las imágenes y el informe del proyecto piloto del Instituto Benson en Bolivia, han hecho que el término walipini, se asocie con invernadero solar subterráneo, la red está repleta de manuales para construir uno de estos, el propio Instituto Benson proporciona uno, sin duda, es la manera más eficiente y económica de tener una producción alimenticia todo el año, pero a la filosofía básica, habría que anteponerle unas consideraciones generales. Mientras que los gráficos recientes de la información y un artículo de Tree-hugger, proclaman que cualquier persona puede construir un invernadero subterráneo por unos 300 €, hay una realidad más complicada detrás, de esta manera, antes de empezar a cavar, habría que plantearse algunas preguntas, como:

  La ubicación, uno de los desafíos de un invernadero subterráneo, y es que a menos que se esté construyendo en una ladera de pendiente pronunciada, cosa no aconsejable, el techo tendrá un ángulo muy bajo, en caso latitudes más altas, el sol entrará en un ángulo muy alto y no podrá solear las plantas en el suelo del mismo, por lo tanto, si nos encontramos en hemisferio norte, y se quieren hacer las cosas bien, hay que planificar cuidadosamente la pendiente del techo y de que forma entrará la luz, es decir, dar con el ángulo correcto de sol para el solsticio de invierno, esto lo conseguiremos con geometría simple y levantando un talud de tierra en el lado norte del invernadero, para crear una pendiente más pronunciada.

  El suelo, esta es probablemente la cuestión más importante en la construcción de cualquier invernadero subterráneo, ya que estamos hablando de un invernadero subterráneo sin armazón, de hecho, tanto el Instituto Benson como cualquier otro productor con experiencia aconsejan que un walipini solo es una opción viable si la ubicación tiene suelos muy estables, es decir, arcillosos, con otro tipo de suelo, habrá que reforzar las paredes de alguna manera, y para esto se aconseja la tierra apisonada vertida en en sacos terreros, formando un marco más estable, de forma que se obtendrá un invernadero más duradero.

  El nivel freático, el Instituto Benson recomienda que el fondo del walipini esté a por lo menos 5 pies sobre el nivel freático, y aun así, es probable que el agua se filtre en las paredes y creen un exceso de humedad, por lo que se tendría que tener un plan de drenaje adecuado y una buena ventilación, efectivamente, es importante planificar el drenaje de agua y el riego en el exterior, de lo contrario tendrá una piscina fangosa en lugar de un invernadero después de la primeras lluvias, para minorar esto, las paredes exteriores serán inclinadas y con una zanja de drenaje perimetral, aun así, el agua todavía podría correr por las paredes, en particular la pared sur, ya que además recibe el agua del techo.

  Los roedores, efectivamente no es una cuestión baladí, este es un tema importante, ya que nos encontramos en un lugar cálido, subterráneo y lleno de viandas, probablemente sería visto como el Hilton para ratones, topos y conejos, por lo que habría que tender una malla perimetral de acero zincado, otro problema serían las plagas y las enfermedades de las plantas, que un entorno así, van a ser más difíciles que en un invernadero solar por encima del suelo, ya que no hay manera de limpiar el espacio en caso de que ocurra una infestación, ya que la plaga o enfermedad probablemente seguirá existiendo en las paredes de tierra, por lo demás, solo tener en cuenta las cosas usuales de invernadero, como no sobrecalentarlo, asegurando una ventilación adecuada, y controlar cuándo y dónde entra la luz.

  El mantenimiento, por desgracia, no hay suficientes estudios para poder diagnosticar cómo un walipini, o invernadero subterráneo sin marco, funciona con el paso del tiempo, lo cierto es cada dos años aproximadamente hay que reforzar sus muros de tierra, ya que de lo contrario, las paredes se pueden desestabilizar inclinándose y desmoronándose. Los portavoces del Instituto Benson no disponen de informes sobre el estado actual de los walipinis Bolivianos Así, con esto dicho, la construcción de un invernadero solar subterráneo no reforzado, tiene cierta problemática, pero hay recordar que la construcción de cualquier cosa requiere de tiempo y energía, que son valiosos y que no suele calcularse el costo, por lo que a la hora de abordar un proyecto como este, habrá que planificar cuidadosamente el diseño.



Ramón Gijón, delineante proyectista.

El jardín y el huerto en Octubre.

Mantenimiento del jardín y el huerto, Octubre.




  El otoño que viene es una época excelente para pasear por los bosques y para buscar setas, pero en el jardín, si se vive en una zona propensa a heladas, tendremos que trasladar las plantas subtropicales o delicadas en maceta dentro de la casa o en un invernadero si se dispone de él, también se pueden ir plantando los bulbos que florecerán en primavera como, Tulipanes, Jacintos, Crocus, Narcisos, Ranúnculos, Anémonas, Escilas… Cubre los arbustos, los rosales y demás plantas recién plantadas con una capa de hojas, mantillo, compost, estiércol u otro material orgánico, esto evita que el suelo se seque, le aporta alimento y protege las raíces del frío.
  En el huerto, planta árboles ornamentales, árboles frutales, Coníferas, arbustos y rosales, cuando plantes árboles, limpia toda la maleza a su alrededor porque son competidores por el agua y los nutrientes del terreno y realiza un buen alcorque o poceta para almacenar el agua de lluvia.
  Los riegos se van espaciando cada vez más en otoño y dependiendo de las lluvias caídas, se puede suprimir totalmente. Por ejemplo, el césped, 2 veces por semana y los arbustos cada 7 ó 10 días; Cactus y Crasas cada 20 ó 25 días.
Poda las flores marchitas y las hojas sobrantes y deposítalas en el montón de compost, tendremos que atar los brotes nuevos de las plantas trepadoras al soporte.
  Recoge con frecuencia las hojas caídas, así como las flores marchitas, y utilízalas para hacer compost, no zarandees los árboles para provocar la caída de las hojas, ya que esto deja heridas frescas en la inserción de las hojas por donde pueden entrar hongos y bacterias.
  Los rosales pueden verse afectados en otoño por los hongos Oidio, Mildiu y la mancha negra, enfermedades propias de la humedad y la temperatura suave, por lo que habrá que emplear los fungicidas adecuados y recoger las hojas enfermas y quemarlas.
  El césped en otoño es propenso a las larvas de la rosquilla negra, que corroe el cuello y raíces, por lo que habrá que comprar un producto a base de Piretrinas y úsalo al atardecer. Otra opción que va muy bien es usar productos que contengan la materia activa CLORPIRIFOS. Los tratamientos repítelos cada 10 ó 15 días.
  En general, aplicar un fungicida al césped en otoño, por ejemplo, Benomilo o Iprodiona. Hazlo después de segar, esto servirá para tratar o prevenir las enfermedades de hongos más comunes.
Recorta cerca del suelo a la Lavanda, Salvia y Santolina que ya florecieron durante el verano, haz lo mismo con otras perennes de flor como Flox perenne, Astilbe, Aster, Achillea filipendulina, Coreopsis, Chrysanthemum, Delphinium, etc.
  Otra tarea importante, será sacar de la tierra los bulbos estivales como, Gladiolos, Dalias, Cañas indias, Begonias... Se dejan secar, se envuelven en papel de periódico y se guardan en una caja en un lugar libre de heladas. También se desentierran y enmacetan el cebollino, el perejil y otras hierbas sensibles a las heladas y se llevan a la cocina.
  En otoño se pueden hacer semilleros de Clavelinas, Pensamientos, Clarkias, Gazanias, Primaveras, Aquilegia, Arabis, Aubrietia, Dianthus plumarius, Iberis, Salvia,... Cubre las cajoneras con un vidrio para adelantar la germinación y proteger de las bajas temperaturas a las plántulas, el momento de plantarlas en el jardín, es cuando ya tienen entre cuatro y seis hojas.
  Desentierra las Plantas Vivaces que se hayan vuelto demasiado grandes, divídelas y plántalas de nuevo, la división de mata la podemos aplicar en, Hemerocallis, Agapanto, Chrysanthemun maximun, Gazania, Clivia, Achilea, Acanto, Ajuga, Lirios, etc.
 Propaga por estaca o esquejes arbustos como, Abutilón, Hibisco, Abelia, Spiraea, Berberis, Weigela, Plumbago capensis, Rosales, Deutzia, Forsythia, etc. También recoge las semillas y frutos para plantarlas en primavera, por ejemplo, Cotoneaster, Pyracantha o Acebos, se extraen las semillas de los frutos, se guardan en la zona de las verduras de la nevera y siembran en primavera (ideal es mantenerlas a + 4ºC). Hay arbustos de estos, como Acebos, que pueden tardar 1 año en germinar. Por lo que habrá que tener mucha paciencia.


Fuente: infojardin.com