jueves, 7 de septiembre de 2017

La reproducción vegetativa.

La reproducción asexual o vegetativa.

  Las plantas, como cualquier ser vivo, tienen un ciclo de vida, en el que nacen , se reproducen y finalmente mueren. Normalmente, el nacimiento de una nueva planta comienza con la fecundación de un óvulo que, una vez desarrollado, se convertirá en una semilla, ésta, a su vez, germinará y dará lugar a brotes que, con el tiempo, formarán una planta adulta, idéntica a su predecesora. Este es el proceso de reproducción más habitual y conocido de las plantas, dentro del reino vegetal, aunque existen excepciones a esta regla general.

  Algunas especies no necesitan semillas para reproducirse, sino que lo hacen a través de una división, es decir, cuando una parte de ellas se divide, pudiendo ser un tallo, una rama, un brote, un tubérculo, un rizoma, etc., esta parte de la planta, trasplantada, se desarrolla por separado hasta convertirse en un nuevo ejemplar. Este tipo de reproducción vegetativa, se halla extraordinariamente difundido y sus modalidades son muchas y muy variadas, entre ellas se encuentran, las mitosporas, los propágulos y la apomixis.

  Las mitosporas, son esporas originadas por mitosis y se considera una modalidad de reproducción asexual en vegetales, y es típica en hongos, musgos, helechos y líquenes. Algunas se mueven por medio de cilios o flagelos, mientras que otras son dispersadas pasivamente por el agua, el viento o los animales. La formación de estas esporas puede tener lugar externamente, a partir de un órgano esporígeno, o en el interior de unos órganos especiales de la planta denominados esporangios. Cada espora consta de una sola célula protegida por una gruesa envoltura que le permite resistir condiciones ambientales desfavorables. Cuando estas condiciones son buenas, la envoltura se desgarra y la célula contenida su interior, empieza a germinar dando lugar a una nueva planta.

  Los propágulos, éstos pueden ser multicelulares como las yemas, bulbos, tubérculos, semillas, o unicelulares como las esporas, entre otros. Dentro del reino vegetal, junto a las semillas para la reproducción sexual, encontramos los propágulos que son la base de la reproducción asexual o reproducción vegetativa, por la que se obtienen nuevas plantas y órganos individualizados. Los tejidos de la porción separada deben recuperar la condición de meristemos para producir todo el conjunto de órganos de la planta. Como formas más importantes de propágulos vegetativos nos encontramos con:


  Los estolones, son ramas que, tras crecer mucho, llegan a tocar el suelo y enraízan engendrando una nueva planta, esto ocurre en las fresas y muchas gramíneas.
  Los rizomas, son tallos subterráneos que crecen alargados horizontalmente. Al  cercenarse, originan nuevas plantas, son típicas en los lirios.
  Los tubérculos, son porciones más o menos esféricas de tallos subterráneos, ricos en material nutritivo. En su superficie se desarrollan las yemas (ojos) capaces de dar origen a una nueva planta, como ejemplos, podemos citar la patata y la chufa.
  Los bulbos, tallos cortos y cónicos con una gran yema terminal rodeada por numerosas hojas que almacenan sustancias de reserva, en las axilas de estas hojas se forman los bulbos de renuevo, estos bulbos se desprenden para dar lugar a una nueva planta, como ejemplos de este tipo, podemos citar la cana índica y el tulipán.

  La apomixis, las plantas que presentan este tipo de reproducción, se denominan plantas apomícticas, producen sus semillas sin que ocurra meiosis ni fecundación, por lo que sus descendientes son genéticamente idénticos a la planta madre, aunque desde el punto de vista evolutivo las plantas apomícticas carecen de las ventajas adaptativas que ofrece la reproducción sexual, la apomixis permite la fijación indefinida de genotipos altamente adaptados a su ambiente. Esta ventaja de la apomixis, es (desde el punto de vista genético), la misma que presenta la multiplicación vegetativa. No obstante, en el caso de las plantas apomícticas los descendientes no permanecen en las inmediaciones de la planta madre, compitiendo con ella por recursos, sino que gracias a la dispersión de las semillas los nuevos individuos pueden explorar y conquistar nuevos ambientes.

  Esta larga introducción, la he querido desarrollar para comprender que el caso que nos ocupa, el de los estolones, sólo es una modalidad mas, de la llamada reproducción vegetativa, y las plantas que la llevan a cabo, son conocidas como estoloníferas.

  Un estolón es un brote lateral, es una porción de tallo que surge a partir del tallo principal, y mas concretamente en la base del mismo, crece horizontalmente con respecto al nivel del suelo y surge perpendicular al suelo (epígeo), o se desarrolla de forma subterránea, tienen entrenudos largos y cortos alternados que generan raíces adventicias, y justo en la separación de estos segmentos enraizados, es donde se generan las nuevas plántulas, que con el tiempo serán plantas autónomas, este tipo de reproducción es común en algunas plantas herbáceas y las plantas estoloníferas que mas conocemos son las fresas, los tréboles y las cintas, otras especies son la menta, el helecho, o algunas plantas acuáticas como la vallisneria o la sagittaria.

  Por lo tanto, la forma de reproducir este tipo de ejemplares, es muy sencilla, ya que podemos seccionar las zonas entre nudos que contengan las raicillas, sin ningún miedo, para separar ambas plantas, y replantar el tallo secundario donde queramos, el estolón puede romperse por esa nueva planta o puede seguir creciendo y produciendo más ejemplares



 Como ejemplos mas comunes, tendríamos con estolones aéreos a la fresa, y con estolones subterráneos a la menta, en ambos casos son muy prolíficos y fáciles de cultivar.
 













Ramón Gijón, delineante proyectista.

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