domingo, 28 de junio de 2020

Los bambús

Los bambús.



 Los bambús son plantas pertenecientes a la familia de las gramíneas, donde forman una subfamilia, existen 126 géneros de bambú y más de 1.000 especies, que se distribuyen en estado salvaje en todos los continentes salvo en Europa. Entre los géneros de bambú que más se cultivan podemos destacar, Bambusa, Fargesia, Phyllostachys, Pleioblastus, Hibanobambusa y Semiarundinaria, siendo unas plantas extraordinarias y majestuosas, muy valoradas en jardinería y en paisajismo y muy valoradas en oriente.



 El bambú, es muy valorado en la cultura China o India, (Ver el art. Los jardines en China) o (Ver el art. Los jardines en Japón) así como en los jardines contemporáneos, (Ver el art. El jardín contemporáneo) ya que aportan un punto exótico, mágico y misterioso al jardín. Los bambús con su sonido y con su movimiento en sus cañas flexibles y en su follaje de textura ligera, aportan relajación y magia. Otra causa que les hace apetecibles en los jardines contemporáneos es su rápido crecimiento, ya que algunas especies pueden llegar a crecer hasta 40 cm en un solo día, esto hace que tengamos que ser prudentes con su uso, ya que dado su gran crecimiento y su carácter invasor tendremos que tomar precauciones en su ubicación.


 Pero lo mas sorprendente y desconcertante del bambú es su floración, ciertamente es un misterio, ya que los bambús florecen muy pocas veces durante su vida y se desconoce por completo cuando lo harán, pero cuando lo hacen, la floración debilita enormemente a los bambús y en muchos casos, llega a provocarles la muerte. Pero lo mas desconcertante, siendo un caso único en el reino vegetal, es que cuando una especie florece, lo hace simultáneamente en muchas zonas del mundo, lo que ha provocado que algunas especies de bambú hayan estado a punto de la extinción en el planeta tras un episodio de floración.

 Clima y suelo, en cuanto al clima, la humedad ambiental y el riego medio y medio alto son necesarios para todos los bambús, aunque precisan de un suelo bien drenado y no soportan el encharcamiento; En lo referente al suelo, los bambús son plantas que requieren suelos ricos en nutrientes y agradecen abonados frecuentes aunque en dosis pequeñas desde el inicio de la primavera hasta finales de Agosto, se pueden abonar con compost, humus, raspaduras de cuerno o abonos especiales para bambú, en cualquier caso, el abono que se utilice debe ser rico en nitrógeno. Las hojas secas del bambú también le sirven de abono y son utilizadas como mulching o acolchado
 

  La época adecuada para realizar plantaciones o trasplantes de bambú es principios de primavera, cuando el bambú está arrancando su periodo vegetativo, aunque también se puede en Agosto, al final de la temporada vegetativa, pero cuando el bambú todavía tiene tiempo de desarrollar una estructura subterránea que le permita resistir los fríos invernales. Si es plantado en contenedor se debe tener en cuenta que cada dos años aproximadamente será necesario trasplantar el bambú a una nueva maceta más grande, cambiándole por completo el sustrato. Si se desea cultivar bambú en interiores, las variedades que mejor se adaptan son Bambusa ventricosa, Bambusa vulgaris y Bambusa multiplex. Pero tenemos que tener en cuenta que de forma natural, los bambús no se adaptan bien como plantas de interior ya que necesitan la bajada de temperatura invernal para estimular su reposo vegetativo durante el invierno.

 La multiplicación del bambú se realiza mediante división de rizomas en primavera, para ello, se cortan los rizomas en trozos de 15 cm de largo y se introducen para enraizar en un sustrato para semillas con mantillo de hoja. Durante el primer año hay que evitar que se sequen.


 El bambú necesita poda de mantenimiento para resaltar todo su atractivo y evitar plagas y enfermedades, siendo la época mas adecuada para realizarla a finales de invierno, aunque si es necesario realizar más podas se podrán realizar también desde mediados de la primavera hasta finales de Agosto.

  Dependiendo del tipo de bambú que tengamos, la poda será diferente, es decir, para bambús de porte alto (1,5 o 2,5 mts.), precisan una poda de mantenimiento a finales del invierno que consiste en recortar por la base las cañas viejas, delgadas o dañadas, así como las que han nacido demasiado juntas. Se eliminarán además las hojas y ramas marchitas.

 Los bambús de porte medio a bajo (0,90 o 1,5 mts.), necesitan renovar su follaje y deshacerse de las hojas secas que afean su aspecto, siendo conviene realizar al menos una poda anual, a finales del invierno, recortando las cañas a un tercio, además de eliminar cañas y hojas deterioradas, aunque la planta estará más atractiva y frondosa si se poda también en Agosto, esta poda puede ser más ligera.

  Los bambús tapizantes (0,30 o 0,90 mts.), necesitan podas frecuentes, entre una y cuatro veces al año, dependiendo de si se desean mantener como seto bajo o como sustitutos del césped, estos bambús son atractivos principalmente por sus hojas, las cuales se secan durante el invierno, al podarlos se eliminan las hojas marchitas y se estimula el desarrollo de nuevo follaje, manteniendo el bambú atractivo y decorativo.



Ramón Gijón, delineante proyectista.
Fuente: jardinerosenaccion.es


jueves, 11 de junio de 2020

Sorolla, el jardín pintado

El jardín pintado.

  La fascinación de Joaquín Sorolla por la naturaleza y por la pintura al natural no se manifestó sólo en sus famosos cuadros de mar, playas, barcas, niños y pescadores, también fue un espléndido pintor de jardines, tal como se muestra en obras dedicadas al jardín doméstico de su casa que, perfectamente mantenida y abierta al público, es el oasis que en el centro de Madrid, alberga el Museo Sorolla. En 2016 el Museo Sorolla de Madrid exhibió “Tierra adentro”, una exposición que para muchos fue el redescubrimiento de la inmensa calidad del Sorolla pintor de paisajes interiores, una pasión compartida con su amigo Aureliano de Beruete. Lejos de su Levante, el Valenciano supo captar la luz diferente y los colores pardos y verdes de la sierra de Madrid, de Asturias, de Cantabria y del País Vasco.

 Dentro de la faceta de gran paisajista, el gusto de Sorolla por los jardines se despertó en el Alcázar de Sevilla y en la Alhambra de Granada y siguió desarrollándose a lo largo de su carrera. En particular, la combinación de arquitectura y vegetación de la Alhambra y la presencia constante del agua, el rumor de las fuentes y los reflejos en las superficies de las albercas, típicos de los jardines andaluces, toda esta magia del Sur, fue captada por el pintor levantino como nadie, ya que a la Alhambra Sorolla dedicó hasta 47 paisajes, realizados durante tres viajes en 1902, 1909, 1910 y 1917. Desde allí mantuvo el rito de la correspondencia que con frecuencia casi diaria mantenía con su esposa Clotilde incluyendo a veces entre las páginas del correo las flores -azahar, violetas, claveles- que iba descubriendo mientras plasmaba los rincones de los jardines Andaluces y propagaba, como buen institucionista y regeneracionista, la recuperación y protección de los jardines históricos Españoles. (ver art. el jardín urbano)

 
 También la vegetación aparece con frecuencia como escenario de fondo de los retratos de exterior de Sorolla, esto se vé en el retrato de Louis Tiffany (1911) o el de su hija María vestida de labradora de valenciana (1906), en ambos se percibe el esplendor de luz de un telón frondoso de arbustos y flores sobre el que se perfilan las figuras. Este tipo de configuración, mantiene un equilibrio de la composición. Fue una innovación destacada en el modelo de retrato Español, que siempre tenían fondos parcos y austeros.

 De esta manera, el Sorolla maduro, enamorado y consagrado, mientras realizaba los grandes murales de la Hispanic Society, encontró el tiempo y la calma necesarios para profundizar en su faceta paisajista y desarrolló el proyecto íntimo y personal de crear su propio jardín, a comienzos de 1910 y con la construcción de su nueva casa en la calle Martínez Campos de Madrid, Sorolla, (hoy museo Sorolla), diseñó un jardín Mediterráneo, (ver art. el jardín mediterráneo) inspirado en la jardinería del renacimiento Italiano (ver art. el jardín en el renacimiento) y en la hispano árabe de Andalucía, (ver art. el jardín en el islam) ambas conocidas por él. A estas dos influencias, se añade la influencia de los jardines Valencianos, con sus huertas perfumadas por los naranjos, el silencio de los patios bañados por el sol y la humedad del mar, que Sorolla tanto amaba y que nunca dejó de pintar.


 Allí se pueden admirar los bocetos y dibujos a mano en los cuales el artista, "pintor jardinero" como otros de su generación, fue reflejando sus ideas sobre el proyecto de jardín y moldeando las tres fases del mismo que podemos seguir recorriendo en la actualidad. Y los elementos ornamentales del entorno, como fuentes, azulejos, estatuas y columnas, que adquirió para decorar ese jardín. Cabe mencionar que Sorolla no pinta sus jardines por encargo ni para venderlos. Los crea para sí mismo, por lo tanto tienen un fuerte componente emocional a la que se suma la pincelada espontánea característica del Valenciano nos permiten distinguir en seguida los jardines de Sorolla, siendo similares a los del Monet anciano, o Lieberman, o los creados por otros grandes pintores contemporáneos, como Santiago Rusiñol o Joaquín Mir.

 El acceso a la villa museo es atravesando el jardín, que rodea la villa por dos lados. Este jardín consta de tres espacios, el primero está inspirado en el Jardín de Troya del Alcázar de Sevilla, está centrado en una fuente antigua de mármol y tiene como fondo el pórtico por donde se entraba a la casa de Sorolla. El segundo se inspira en el Generalife Granadino, y es de estilo neoárabe, con un riad longitudinal enmarcado por surtidores y una pequeña alberca al final del mismo. En el tercero vemos un estanque presidido por la "Fuente de las confidencias” (grupo escultórico), y una agradable pérgola donde Sorolla solía sentarse con su familia y hoy se sientan los visitantes. El jardín aísla el museo del bullicio de la calle y es apreciado por el público como un refugio apacible donde se escucha el rumor de las fuentes y se disfruta del color y el olor de la vegetación.


 El jardín de Sorolla no es sólo un hermoso espacio de encuentro, tranquilidad y esparcimiento familiar, es también un “locus amoenus”, un lugar idílico, un espacio idealizado donde se recrea el universo interior del artista, es "un refugio para pintar". En efecto, para Sorolla, como para otros artistas Europeos como Monet, su jardín era su refugio en el que desarrollar su pintura durante los años de la Primera Guerra Mundial. En sus cuadros siempre está presente el equilibrio entre dibujo y color, pero con las vibraciones de luz que imprime Sorolla a sus lienzos, que transmiten al espectador, sin artificios, la emoción de la naturaleza, de forma que en los cuadros de mar y playa, se siente el aire y el calor suave del sol poniente, se huele la humedad de la arena y el olor del salitre, se escucha el viento, el rumor de las olas, la bulla de los niños y el ruido de los bueyes, así mismo en los jardines, es el color de las flores y el perfume del ambiente.

 Emociona recordar que Sorolla, tras su viaje a Mallorca e Ibiza en septiembre de 1919, dedicó sus últimos meses de vida activa a pintar jardines y algún retrato, hasta que en junio de 1920 sufrió el ataque cerebral que le mantuvo postrado hasta su muerte mientras se encontraba, precisamente, retratando en el medio del jardín a la mujer del escritor Ramón Pérez de Ayala.


Fuente: www.culturaydeporte.gob.es/msorolla


Ramón Gijón, delineante proyectista.