Walipini,
una alternativa ecológica.
Cuando estamos en una región continental, el clima es muy bronco,
con inviernos con unas temperaturas muy bajas y heladas persistentes
y veranos con temperaturas tórridas, en muchos casos, superiores a
los 40ºC. En un ambiente así, el cultivo de hortalizas en el huerto
o el mantenimiento de un jardín es muy complicado, ya que nos limita
el tipo de ejemplares que podemos cultivar y también nos obliga a
una sola cosecha. La única alternativa para paliar esto, es contar
con un invernadero, los podremos instalar de madera, de hierro
forjado, o de aluminio, y se pueden panelar de pvc, de cristal, o de
policarbonato, pero un invernadero convencional al estilo occidental,
resulta caro de construir y caro de mantener, ya que para mantener
una temperatura estable, tendremos que valernos de calentadores en
invierno y de ventiladores y nebulizadores en verano, por lo que
obligatoriamente necesitaremos una acometida de agua y otra de
corriente eléctrica.

En comparación con un invernadero solar tradicional, un invernadero
subterráneo tiene la ventaja de estar rodeado de gran cantidad de
masa térmica, en paredes y suelo, entendemos por masa térmica, a
cualquier materia densa, agua, piedra o tierra, que tiene la
capacidad de sostener y almacenar energía, de esta manera, el
invernadero se calienta durante el día, el suelo mantiene ese calor,
y luego lo libera por la noche, evitando que el invernadero se enfríe
demasiado, el suelo también aísla el espacio aéreo del
invernadero, en el caso del walipini se aprovecha de las temperaturas
más cálidas de la tierra profunda, es decir se aprovecha de un
principio físico que se denomina gradiente geotérmico, que es la
variación que tiene la temperatura, a medida que se profundiza en la
corteza terrestre, en los niveles más superficiales de la corteza
terrestre el valor medio del grado geotérmico es de unos 33 mts., es
decir, hay que profundizar dicha distancia para que la temperatura
aumente 1°C, aunque el valor promedio de este gradiente es de 25℃/km
de profundidad, considerando siempre que se avanza desde la
superficie hacia el centro de la esfera terrestre.


La
ubicación, uno de los desafíos de un invernadero
subterráneo, y es que a menos que se esté construyendo en una
ladera de pendiente pronunciada, cosa no aconsejable, el techo tendrá
un ángulo muy bajo, en caso latitudes más altas, el sol entrará en
un ángulo muy alto y no podrá solear las plantas en el suelo del
mismo, por lo tanto, si nos encontramos en hemisferio norte, y se
quieren hacer las cosas bien, hay que planificar cuidadosamente la
pendiente del techo y de que forma entrará la luz, es decir, dar con
el ángulo correcto de sol para el solsticio de invierno, esto lo
conseguiremos con geometría simple y levantando un talud de tierra
en el lado norte del invernadero, para crear una pendiente más
pronunciada.
El
suelo, esta es probablemente la cuestión más importante en
la construcción de cualquier invernadero subterráneo, ya que
estamos hablando de un invernadero subterráneo sin armazón, de
hecho, tanto el Instituto Benson como cualquier otro productor con
experiencia aconsejan que un walipini solo es una opción viable si
la ubicación tiene suelos muy estables, es decir, arcillosos, con
otro tipo de suelo, habrá que reforzar las paredes de alguna manera,
y para esto se aconseja la tierra apisonada vertida en en sacos
terreros, formando un marco más estable, de forma que se obtendrá
un invernadero más duradero.
El
nivel freático, el Instituto Benson recomienda que el fondo
del walipini esté a por lo menos 5 pies sobre el nivel freático, y
aun así, es probable que el agua se filtre en las paredes y creen un
exceso de humedad, por lo que se tendría que tener un plan de
drenaje adecuado y una buena ventilación, efectivamente, es
importante planificar el drenaje de agua y el riego en el exterior,
de lo contrario tendrá una piscina fangosa en lugar de un
invernadero después de la primeras lluvias, para minorar esto, las
paredes exteriores serán inclinadas y con una zanja de drenaje
perimetral, aun así, el agua todavía podría correr por las
paredes, en particular la pared sur, ya que además recibe el agua
del techo.
Los
roedores, efectivamente no es una cuestión baladí, este es
un tema importante, ya que nos encontramos en un lugar cálido,
subterráneo y lleno de viandas, probablemente sería visto como el
Hilton para ratones, topos y conejos, por lo que habría que tender
una malla perimetral de acero zincado, otro problema serían las
plagas y las enfermedades de las plantas, que un entorno así, van a
ser más difíciles que en un invernadero solar por encima del suelo,
ya que no hay manera de limpiar el espacio en caso de que ocurra una
infestación, ya que la plaga o enfermedad probablemente seguirá
existiendo en las paredes de tierra, por lo demás, solo tener en
cuenta las cosas usuales de invernadero, como no sobrecalentarlo,
asegurando una ventilación adecuada, y controlar cuándo y dónde
entra la luz.
El
mantenimiento, por desgracia, no hay suficientes estudios
para poder diagnosticar cómo un walipini, o invernadero subterráneo
sin marco, funciona con el paso del tiempo, lo cierto es cada dos
años aproximadamente hay que reforzar sus muros de tierra, ya que de
lo contrario, las paredes se pueden desestabilizar inclinándose y
desmoronándose. Los portavoces del Instituto Benson no disponen de
informes sobre el estado actual de los walipinis Bolivianos Así,
con esto dicho, la construcción de un invernadero solar subterráneo
no reforzado, tiene cierta problemática, pero hay recordar que la
construcción de cualquier cosa requiere de tiempo y energía, que
son valiosos y que no suele calcularse el costo, por lo que a la hora
de abordar un proyecto como este, habrá que planificar
cuidadosamente el diseño.
Ramón
Gijón, delineante proyectista.
Habrá que probarlo
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