El
jardín en la edad media.
Desde
la caída del imperio Romano, durante
la Edad Media el jardín doméstico cayó en desuso, y solo
pervivió
en los monasterios
y abadías,
el
“hortus
conclusus”
(jardín cerrado), por
otro lado, el jardín laico o cortesano surgió en los
castillos
y palacios, el
“hortus
deliciarum” (jardín
de delicias),
por otra parte, cabe reseñar que tras la reconquista
numerosos jardines Islámicos
fueron adaptados al gusto de los conquistadores Cristianos,
y se produjo una mezcolanza de estilos en lo que se vino a denominar
arte mudéjar.
Las
características generales de los jardines de la edad media, es que
fueron
jardines de pequeñas dimensiones, que solo estaban localizados en
los monasterios o en
los castillos, su carácter no era público, eran recintos cerrados y
su finalidad era básicamente
el
disfrute estético, mediante
el cultivo de unos pocos arbustos y plantas florales, así
como
el
uso práctico, mediante el cultivo de hortalizas, verduras y árboles
frutales, así como plantas aromáticas y medicinales, pese
a su carácter eminentemente práctico, debido
a
las dificultades y penurias económicas y alimenticias de la época,
que
no dejaban lugar a grandes lujos, la jardinería de la época seguía
recordando el concepto de jardín como evocador del Paraíso, como un
“locus amoenus” (lugar delicioso).
En
los jardines monásticos, es en
el claustro donde
generalmente
se
situaba
el
jardín con
un pozo o
fuente de
agua, servía de lugar de recogimiento para los monjes, como
he comentado anteriormente, es un
tipo de jardín donde se cultivaban árboles frutales, una
huerta
y plantas medicinales, anteponiendo la
funcionalidad
a la estética, generalmente
era estructurado partiendo del huerto, o
alrededor
de la
fuente o del
estanque,
con bancos de piedra para sentarse y
siempre
de
dimensiones relativamente
modestas,
su
forma es sencilla, se compone de una planta cuadrangular subdividida
en otras rodeadas por vallas adornadas con enredaderas, luego se le
añaden parterres geométricos, hechos con setos recortados y
el
centro del jardín está ocupado por un pozo o una fuente. El jardín
monástico floreció gracias a los conocimientos conservados por los
monjes, especialmente benedictinos, que guardaban tratados agrícolas
de procedencia Romana,
al tiempo que asimilaron conocimientos de la agronomía Islámica
gracias sobre todo a los monjes mozárabes que repoblaron la línea
del río Duero y el sur de Galicia.
Por
lo tanto, la visión del claustro, tal como nos ha llegado a nuestros
días, ya que hoy en día hay ejemplos en muchos lugares de Europa,
(en
España contamos con el real monasterio de Santa María de Poblet en
Tarragona, muestra de una
jardinería medieval, es el mayor conjunto monástico de Europa
occidental, fue el panteón de los monarcas de la Corona de Aragón
durante los siglos XIII y XIV, se trata de uno de los monasterios más
importantes de la Iglesia latina), la
visión del claustro, es
la de un
recinto porticado abierto al aire libre y rodeado del resto de
estancias monásticas, que servía y
sirve
de lugar de descanso y también
de
meditación para los monjes, generalmente
se buscaban emplazamientos protegidos del viento, con tierras
fértiles y con
buena
irrigación.
El
claustro siempre
es un recinto cerrado, esto simboliza el encierro
del hombre en su interior y su dedicación a Dios, podía ser
rectangular, pero generalmente era
cuadrado, es
también
una
forma simbólica, que aludía a los cuatro elementos, los cuatro
evangelios, las cuatro virtudes cardinales, o los cuatro ríos del
paraíso, este
simbolismo también viene dado en las plantas, así vemos que las
rosas representan el amor de Dios, las azucenas la pureza virginal,
las manzanas el pecado original, las hojas trifoliadas de las fresas
el misterio de la santísima trinidad, el lirio
representaba a la estirpe de David, la vid aludía al árbol de Jesé,
el higo chumbo apelaba a la Pasión de Cristo, Los cipreses imponen
su espiritualidad levantándose verticalmente hacia el cielo, los
elementos de agua, albercas o fuentes
representan
el bautismo y la purificación así como la vida eterna, símbolo de
vida y reflejo del cielo, en
ocasiones
se introducen laberintos como símbolo de la búsqueda de
la belleza y la verdad.
De
los jardines cortesanos, de
castillos o de
palacios, no han quedado apenas vestigios, y es solo conocido
mediante documentos literarios
o pinturas, de
lo que se deduce que
solían
ser de pequeñas proporciones, completamente cerrados
por muros o mimbreras, disponían
de diversos
elementos, como mesas de piedra o mármol, templetes, pérgolas,
fuentes y albercas, y con paseos formados por celosías y treillages,
(arcadas
con enrejados de madera que proporcionaban sombra),
en
cuanto a la jardinería, mantenían una similitud con los jardines
monásticos, estando mas enfocados a la subsistencia y la autonomía,
en
algunos jardines de palacios reales surgió la costumbre de alojar
animales como patos, cisnes o pavos reales, convirtiéndose algunas
veces en pequeños zoológicos que podían albergar animales más
exóticos, como leones y leopardos.
En
España hay noticias de este tipo de jardín en Valladolid, Aranjuez,
Barcelona, Uclés, Burgos y en el Palacio Real de Valencia, en
Valencia, los Jardines del Real se remontan a una antigua almunia,
(huerto de recreo árabe)
del siglo XI, que serían posteriormente ampliados en estilo mudéjar,
con un trazado cruciforme de trama ortogonal, donde destacaban los
setos de boj o arrayán recortados en topiaria con diversas formas,
desde edificios y altares hasta guerreros y elefantes, como
se puede ver, ya en esta época los jardines mantienen unas
constantes y unos elementos heredados de los jardines de las
civilizaciones Romana e Islámica y que a su vez han perdurado hasta
nuestros días.
Ramón
Gijón, delineante proyectista
Fuente:
botanical-online.com
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