jueves, 7 de junio de 2018

El jardín en la edad media.

El jardín en la edad media.

  Desde la caída del imperio Romano, durante la Edad Media el jardín doméstico cayó en desuso, y solo pervivió en los monasterios y abadías, el “hortus conclusus” (jardín cerrado), por otro lado, el jardín laico o cortesano surgió en los castillos y palacios, el hortus deliciarum” (jardín de delicias), por otra parte, cabe reseñar que tras la reconquista numerosos jardines Islámicos fueron adaptados al gusto de los conquistadores Cristianos, y se produjo una mezcolanza de estilos en lo que se vino a denominar arte mudéjar.

  Las características generales de los jardines de la edad media, es que fueron jardines de pequeñas dimensiones, que solo estaban localizados en los monasterios o en los castillos, su carácter no era público, eran recintos cerrados y su finalidad era básicamente el disfrute estético, mediante el cultivo de unos pocos arbustos y plantas florales, así como el uso práctico, mediante el cultivo de hortalizas, verduras y árboles frutales, así como plantas aromáticas y medicinales, pese a su carácter eminentemente práctico, debido a las dificultades y penurias económicas y alimenticias de la época, que no dejaban lugar a grandes lujos, la jardinería de la época seguía recordando el concepto de jardín como evocador del Paraíso, como un “locus amoenus” (lugar delicioso).

  En los jardines monásticos, es en el claustro donde generalmente se situaba el jardín con un pozo o fuente de agua, servía de lugar de recogimiento para los monjes, como he comentado anteriormente, es un tipo de jardín donde se cultivaban árboles frutales, una huerta y plantas medicinales, anteponiendo la funcionalidad a la estética, generalmente era estructurado partiendo del huerto, o alrededor de la fuente o del estanque, con bancos de piedra para sentarse y siempre de dimensiones relativamente modestas, su forma es sencilla, se compone de una planta cuadrangular subdividida en otras rodeadas por vallas adornadas con enredaderas, luego se le añaden parterres geométricos, hechos con setos recortados y el centro del jardín está ocupado por un pozo o una fuente. El jardín monástico floreció gracias a los conocimientos conservados por los monjes, especialmente benedictinos, que guardaban tratados agrícolas de procedencia Romana, al tiempo que asimilaron conocimientos de la agronomía Islámica gracias sobre todo a los monjes mozárabes que repoblaron la línea del río Duero y el sur de Galicia.

  Por lo tanto, la visión del claustro, tal como nos ha llegado a nuestros días, ya que hoy en día hay ejemplos en muchos lugares de Europa, (en España contamos con el real monasterio de Santa María de Poblet en Tarragona, muestra de una jardinería medieval, es el mayor conjunto monástico de Europa occidental, fue el panteón de los monarcas de la Corona de Aragón durante los siglos XIII y XIV, se trata de uno de los monasterios más importantes de la Iglesia latina), la visión del claustro, es la de un recinto porticado abierto al aire libre y rodeado del resto de estancias monásticas, que servía y sirve de lugar de descanso y también de meditación para los monjes, generalmente se buscaban emplazamientos protegidos del viento, con tierras fértiles y con buena irrigación.

  El claustro siempre es un recinto cerrado, esto simboliza el encierro del hombre en su interior y su dedicación a Dios, podía ser rectangular, pero generalmente era cuadrado, es también una forma simbólica, que aludía a los cuatro elementos, los cuatro evangelios, las cuatro virtudes cardinales, o los cuatro ríos del paraíso, este simbolismo también viene dado en las plantas, así vemos que las rosas representan el amor de Dios, las azucenas la pureza virginal, las manzanas el pecado original, las hojas trifoliadas de las fresas el misterio de la santísima trinidad, el lirio representaba a la estirpe de David, la vid aludía al árbol de Jesé, el higo chumbo apelaba a la Pasión de Cristo, Los cipreses imponen su espiritualidad levantándose verticalmente hacia el cielo, los elementos de agua, albercas o fuentes representan el bautismo y la purificación así como la vida eterna, símbolo de vida y reflejo del cielo, en ocasiones se introducen laberintos como símbolo de la búsqueda de la belleza y la verdad.


  De los jardines cortesanos, de castillos o de palacios, no han quedado apenas vestigios, y es solo conocido mediante documentos literarios o pinturas, de lo que se deduce que solían ser de pequeñas proporciones, completamente cerrados por muros o mimbreras, disponían de diversos elementos, como mesas de piedra o mármol, templetes, pérgolas, fuentes y albercas, y con paseos formados por celosías y treillages, (arcadas con enrejados de madera que proporcionaban sombra), en cuanto a la jardinería, mantenían una similitud con los jardines monásticos, estando mas enfocados a la subsistencia y la autonomía, en algunos jardines de palacios reales surgió la costumbre de alojar animales como patos, cisnes o pavos reales, convirtiéndose algunas veces en pequeños zoológicos que podían albergar animales más exóticos, como leones y leopardos.


  En España hay noticias de este tipo de jardín en Valladolid, Aranjuez, Barcelona, Uclés, Burgos y en el Palacio Real de Valencia, en Valencia, los Jardines del Real se remontan a una antigua almunia, (huerto de recreo árabe) del siglo XI, que serían posteriormente ampliados en estilo mudéjar, con un trazado cruciforme de trama ortogonal, donde destacaban los setos de boj o arrayán recortados en topiaria con diversas formas, desde edificios y altares hasta guerreros y elefantes, como se puede ver, ya en esta época los jardines mantienen unas constantes y unos elementos heredados de los jardines de las civilizaciones Romana e Islámica y que a su vez han perdurado hasta nuestros días.



Ramón Gijón, delineante proyectista
Fuente: botanical-online.com

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