sábado, 15 de junio de 2019

Las semillas ecológicas.

La semilla ecológica.

  Morfológicamente hablando, la semilla es el final de un ciclo para la planta, ya que es el envoltorio del que se sirve ésta para poder perpetuarse, cuando hicieron su aparición las plantas en tierra firme éstas evolucionaron hacia el desarrollo de semillas, de forma que en la planta madre se desarrolla una semilla, que generalmente se encuentra contenida en una envoltura dura, entonces es liberada para que con las condiciones adecuadas pueda producir una nueva planta.

 Desde los orígenes de la agricultura, el agricultor siempre ha tenido una especial relación con la semillas, ya que éstas constituyen la continuidad de la próxima cosecha y además por si mismas constituyen un alimento que se puede conservar y consumir, así como transportar y sembrar en otro lugar, propiciando una enorme diversidad en las especies de interés agro alimentario.


  Con el tiempo, todo este proceso se ha ido desnaturalizando con la sustitución de las semillas de variedades tradicionales por semillas de selección híbrida, producidas por un número reducido de empresas, cuyo único objetivo es la estandarización de productos y alimentos, valiéndose de un modelo de producción intensiva, derrochadora de energía y gran consumidora de recursos naturales, que produce cosechas excedentarias y que pagan a unos precios miserables a los agricultores, y además con el agravante de hacer dependientes a éstos, ya que tienen que comprar anualmente las semillas a las multinacionales, que en la mayoría de los casos, las han obtenido, a partir de las colecciones de semillas tradicionales.

  Por otra parte, el consumidor han perdido las referencias del sabor de los alimentos, ya que desconoce el aroma y la calidad de las variedades tradicionales, ya que las nuevas variedades de cultivo, han sido seleccionadas para ser mas productivas, mas duraderas, y dependientes de los fertilizantes, por lo tanto solo responden a intereses de distribución comercial, y no a parámetros de calidad y salud alimentaria, que debería ser el objetivo principal de la cadena alimentaria.


  Pero no todo está perdido, en la actualidad en los consumidores está creciendo el interés por una alimentación de calidad y respetuosa con el medio ambiente, por lo tanto y en sintonía con esta tendencia, la agricultura natural, biológica o ecológica está creciendo en implantación y es más frecuente en los mercados, comienza a ser conocida y competitiva económicamente hablando por los consumidores. Hoy la agricultura ecológica está recuperando las variedades tradicionales, aportando a los consumidores una referencia cultural y una calidad diferenciada, y a los agricultores recuperar cultivos más rústicos y controlar todo el proceso del cultivo, desde la semilla hasta el fruto, por lo tanto, es el mejor medio de mantener vivas las variedades locales, y esta biodiversidad agraria permite que continúe en manos de los agricultores y de las comunidades locales. Disponiendo en la actualidad de iniciativas para preservar este tesoro agrario, entre las que podemos citar la Red de Semillas, que reúne a diversas entidades relacionadas con la agricultura ecológica y por otro lado están las colecciones oficiales reunidas en los bancos de germoplasma, que son de acceso público y de las que los agricultores pueden solicitar una muestra para iniciar sus propios cultivares.

  La diversidad biológica, es uno de los pilares fundamentales del desarrollo sostenible, y la agricultura ecológica ayuda al mantenimiento de esta diversidad biológica y cultural, esto es así, porque el fundamento de la agricultura ecológica está basado en las prácticas respetuosas con la naturaleza, ya que ha de ser sostenible; lo que quiere decir que además de considerar el conocimiento científico en los procesos ecológicos, conviene y se debe retomar el conocimiento local que ha mostrado ser útil durante generaciones.


  Las semillas en el cultivo ecológico son fundamentalmente variedades locales, aunque ciertamente lo normal es que la mayoría de las variedades procedan de lugares alejados, pero casi todos los sistemas de cultivo suelen contar con alguna variedad autóctona, cabe reseñar que la disponibilidad actual de semillas a nivel local tiene poco que ver con la que existía hace varios siglos, de hecho, de no haber sido por este proceso masivo de transferencia geográfica de germoplasma, las especies de las que dispondríamos para el cultivo en la cuenca Mediterránea serían mas bien escasas y estaría concentrada en olivos, trigos, garbanzos y poco más.


  Ahora bien, la mayoría de estas especies cultivadas, procedentes de otros lugares del mundo, llevan ya mucho tiempo utilizandose por los agricultores en el área Mediterránea, lo que ha hecho que se hayan desarrollado y evolucionado en variedades locales, tradicionales o localmente adaptadas. Las variedades locales poseen dos características que las hacen especialmente interesantes para su manejo en sistemas agrícolas ecológicos y sostenibles; Una es, que son poblaciones heterogéneas, es decir, formadas por especímenes más o menos diferentes entre sí (diversidad biológica); Y dos, se han desarrollado a partir de la selección natural hecha por los agricultores locales.


Ramón Gijón, delineante proyectista.

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