jueves, 13 de septiembre de 2018

La propagación por semillas.

Mantenimiento del jardín, la propagación por semillas.

  En la entrada del mes pasado hablé de los mecanismos de reproducción que tienen las plantas para perpetuarse, como dije entonces, cada planta ha desarrollado sus propios métodos naturales de reproducción, por lo tanto, observando, conociendo e imitando estos mecanismos es la mejor forma de propagar y aumentar los ejemplares en nuestro jardín, y con paciencia y algo de suerte, además con buenos resultados; La reproducción de plantas es una actividad de jardinería delicada, que requiere mucha paciencia y mucha práctica pero sin duda es una tarea emocionante y muy gratificante.

  Como ya sabemos, la mayoría de las plantas optan por la opción de la reproducción sexual mediante la polinización, dando lugar a los frutos y las semillas, perpetuándose a través de estas, pero los arbustos muchas herbáceas de gran porte y los árboles, pueden tardar mucho tiempo en desarrollarse en el jardín si se cultivan a través de semilla, también hay que tener en cuenta que algunas semillas germinan con dificultad y es muy complicado reproducir o imitar las condiciones adecuadas para hacerlas germinar fuera de su entorno natural, hay que recordar que hay semillas que tienen que ser digeridas por animales y posteriormente defecadas para que puedan ser viables.

  Por lo tanto, en un jardín, la reproducción por medio de la siembra de semillas suele limitarse a determinadas plantas de temporada, algunas plantas aromáticas o herbáceas vivaces cuya semilla germina con gran facilidad y rapidez, también hay que tener en cuenta el clima y el tipo de planta, generalmente las semillas pueden plantarse directamente en un semillero protegido al exterior o en un semillero de interior o invernadero, para posteriormente trasplantar las nuevas plantitas al lugar definitivo del jardín cuando finalice el período de frío y de heladas o cuando la planta se haya desarrollado lo suficiente como para resistir el ataque de los depredadores, por lo tanto, para conseguir que las semillas germinen y nos proporciones nuevos ejemplares, siempre tenemos que reproducir las condiciones que se dan en la naturaleza y que varían en función del tipo de semilla o de planta, (Ver la entrada, Morfología de las plantas II, en la sección plantas).

  Brevemente, trataré de explicar el procedimiento para conseguir que nuestras semillas generen una nueva plantita, algunas semillas necesitan algunos tratamientos para que puedan germinar, son tratamientos que simulan procesos a los que estas semillas se ven sometidas de forma natural en la naturaleza, habrá ocasiones en que una semilla requiera varios y sucesivos tratamientos, en estos casos, en primer lugar realizaremos la estratificación, en segundo lugar la escarificación y en tercer lugar, la maceración o el remojo.

  En las semillas de fácil germinación, algo de humedad y un buen sustrato fértil y bien drenado serán suficientes para conseguir que este tipo de semillas germinen, pero no siempre lo vamos a tener tan fácil.

La estratificación, algunas semillas necesitan estar sometidas a bajas temperaturas durante varias semanas o incluso meses para germinar con el calor primaveral, para reproducir artificialmente esta situación, colocaremos las semillas en un bote cerrado y las introduciremos al frigorífico durante unas semanas, este tratamiento valdría para las semillas de arce, cerezo, almendro, tejo, olmo, ciprés o pino entre otras.
La escarificación, Hay semillas que tienen una cáscara muy dura que debe romperse para que germine, esta técnica consiste en romper o raspar la cáscara de la semilla realizando una cortadura o incisión superficial por donde pueda pasar la humedad hasta el interior, para ello usaremos un cuchillo afilado o una lima, cuidado con el corte, debe ser poco profundo para no dañar el interior de la semilla, este tratamiento valdría para las semillas de acacia, albizia, ailanthus, bauhinia, robinia, sophora o cercis entre otras.
La maceración, algunas semillas, forman sobre la cáscara una capa natural de sustancias químicas que inhibe la germinación y debe ser disuelta por agua, este tipo de semillas deben someterse a maceración antes de su siembra, esta técnica consiste en introducir las semillas en un vaso o tarro con agua templada y dejarlas a remojo entre 8-10 horas, posteriormente retiraremos las semillas utilizando un colador y las dejaremos sobre el colador unas 30 horas, remojándolas cada dos horas para impedir que se sequen, en cuyo caso morirían, pasado este tiempo de maceración, las sembraremos, este tratamiento valdría para las semillas de brócoli, coliflor, col rizada, lechuga, hinojo, apio, acelga o calabaza entre otras.
El remojo, algunas semillas tienen la cáscara gruesa y dura y necesitan permanecer unas horas a remojo para ablandar su cáscara y facilitar así su germinación, para ello, pondremos las semillas en una taza con agua templada y las dejaremos a remojo, este tratamiento valdría para las semillas de tomate, melón, sandía, pepino, pimiento, calabacín o berejena entre otras.

  Una vez sembradas, nuestra labor no ha terminado todavía y también vamos a tener que cuidar de las condiciones ambientales como la luz o la humedad.

  En cuanto a las condiciones de luz, las semillas diminutas, y también algunas mas grandes, necesitan sembrarse muy superficialmente para poder captar la luz, de forma que surjan sus primeras hojitas, por contra, existen algunas semillas que no germinan si están expuestas a la luz, siendo necesario tapar la zona sembrada con cartones que impidan o reduzcan el paso de la luz, pero que permitan el paso del aire y la humedad, este tipo de semillas se deben plantar a una profundidad igual a tres veces su anchura.
 
  Con respecto a las condiciones de humedad, la mayoría de plantas pueden germinar y establecerse con una humedad relativa del 50-60%, aunque las plantas originarias de zonas tropicales y subtropicales húmedas necesitan una humedad del 65-85%, además de temperaturas entre 22-32ºC, y las plantas nativas de las zonas áridas o desérticas prefieren una humedad relativa de 35-45%, por lo tanto, es evidente que tendremos que reproducir estos ambientes si queremos ver prosperar a nuestras semillas, para aumentar la humedad y mantener una temperatura aceptable, tendremos que recurrir a invernaderos, los hay de todos los tamaños, dimensiones, materiales y precios en el mercado, hay personas que les apasiona el bricolaje y disfrutarán haciéndoselo ellos mismos.

  En invierno, en el interior de una casa con la calefacción encendida, la humedad relativa no suele superar el 15-20%, por lo que podemos recurrir a diversas técnicas caseras para aumentar y mantener esta humedad, para ello podemos valernos de pequeños invernaderos, bandejas de agua, o también de humidificadores eléctricos.

Pequeño invernadero doméstico, podemos utilizar una estantería rodeada por plásticos que conserven la humedad en el interior.
Bandeja grande con agua, podemos colocar la bandeja de siembra sobre una bandeja más grande y rodear la bandeja de siembra con guijarros y agua, que al evaporarse hará aumentar la humedad.
Humidificador eléctrico, podemos utilizar un humidificador eléctrico, que podemos adquirir en cualquier centro de jardinería.



Ramón Gijón, delineante proyectista.
Fuente: jardinerosenaccion.es

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