Los
jardínes en el antiguo Islám.
El
Jardín islámico es un tipo de jardín que se ha desarrollado en el
Cercano y Medio Oriente y en los territorios ocupados por los árabes
en la cuenca Mediterránea,
siendo
parte
intrínseca de la cultura Islámica,
el jardín ha estado bien representado en la pintura y en las
miniaturas.
El
jardín Islámico
llama a todos los sentidos, el moteado de la cerámica, el perfume de
las flores, el murmullo del viento y el agua, los cantos de los
pájaros, ofrecen
al espectador una visión del jardín celestial del que hablaba
Mahoma, tanto
para los musulmanes como para cristianos y judíos, el jardín del
Edén y el paraíso representan el destino de la humanidad, sin
embargo, en el caso de los primeros, el arte de la jardinería cobra
una dimensión totalmente diferente.
Para
la tradición musulmana el paraíso y el recuerdo del primigenio
oasis del desierto ocupa un lugar privilegiado en su imaginario
colectivo, hay
que recordar que en las zonas donde surge el Islam, son
cálidas,
áridas y
en ocasiones semidesérticas, el paraíso es visto como un lugar rico
en vegetación, donde predominan los árboles frutales, llenos de
ricos alimentos, y la vegetación fresca, verde y frondosa, regada
por acuíferos, ríos y lagos, precisamente,
algo de lo que aquellas zonas del planeta suelen carecer, por
lo tanto, para la tradición musulmana, el arte de la jardinería era
una forma de representar el Edén, y por eso los mandatarios, reyes y
hombres poderosos no dudaron en esmerarse por conseguir su pequeño
paraíso en sus palacios y villas.
Como
la mayoría de los países islámicos están situados en cálidas y
secas regiones con cultura de oasis, uno de los problemas principales
de la jardinería era siempre el del riego. Tanto el mundo Islámico
occidental como el oriental habían heredado de Persia el sistema de
los “qanawat”, consistente en canales de riego subterráneos
protegidos de la evaporación solar que conducían el agua desde las
regiones más altas y montañosas donde abundaba el agua hasta las
regiones más lejanas y cercanas al desierto donde se almacenaba en
grandes cisternas.
En
la tipología característica de los jardines Islámicos, los
jardines del Islam han tenido que adaptarse a las difíciles
condiciones climáticas para crear espacios naturales embellecidos
con las plantas del sur, siendo los espacios abiertos poco comunes,
al igual que los caminos descubiertos muy expuestos, la escasez de
agua y la permanente insolación llevó a un tipo particular de
desarrollo de los jardines inspirado en los oasis, es decir, el
jardín a diferentes niveles, de esta manera, vemos:
Un
nivel de la sombra, que es una plantación de árboles que ofrece
protección contra el sol, a menudo son palmeras, cipreses y cedros,
que combinan un porte elevado y una sombra permanente.
Un
nivel de las plantas con flores, este nivel intermedio está
dedicado a los arbustos de flor, daturas, cuyas pesadas flores de
cálices colgantes aparecen en los grabados, adelfas, hibiscos,
jazmines, rosas, madreselva, limoneros o naranjos, los arbustos son
elegidos por su exuberante floración y por su fragancia, que atrae a
los pájaros y las mariposas.
Un
nivel del agua, es un nivel más abajo y está ocupado por las
fuentes y los canales que distribuyen el agua, ahorrándola y
reciclándola, los setos de boj se utilizan por su sencillez y
durabilidad excepcionales, los pavimentos están diseñados para
aprovechar los rayos de luz que atraviesan el follaje, y se hace
hincapié en la variedad de materiales y texturas, cerámica vidriada
y mármol se combinan con el ladrillo y la piedra.
Para
protegerlo de los efectos desecantes del viento, el jardín está
rodeado por un muro, así, puede tener la apariencia de un patio
plantado en el corazón de un palacio o de un edificio, y cuando se
tiene una perspectiva en el paisaje, el jardín acaba en un muro de
arcos que controlan el paso del viento, los arcos son parcialmente
oscurecidas por “mashrabiyas”, paredes perforadas que aceleran el
viento, concentrándolo en un estanque o en un gran plato lleno de
agua, lo que contribuye a enfriar la atmósfera. En todos los casos,
el jardín se adapta a los desniveles del terreno para producir áreas
sombreadas y recintos protegidos, las terrazas se suceden y permiten
un recorrido natural de agua. Cada espacio, estanque de agua o
parterre siempre está acompañado por un camino de sombra, permite
tanto al paseante admirar el jardín como protegerse del sol con
sombras naturales o sombras conseguidas mediante galerías, la
orientación y el emplazamiento de la circulación de las personas
por el jardín son objeto de una atención especial.
Los
jardines Islámicos están constituidos básicamente por una sucesión
de patios rectangulares tapiados en cuyo centro encontramos una
fuente o glorieta rodeada de plantas, los caminos también son
fundamentales, ideales para paseos y para unir los diferentes patios,
normalmente, los caminos solían adornarse por arcos ojivales
cubiertos en parte de vegetación, lo que estéticamente confiere al
espacio sensación de frescura. La idea de este tipo de jardines es
cerrada, al igual que los jardines medievales, estos espacios de ocio
y de relax constituyen una forma de organizar el mundo. Frente al
espacio abierto del desierto, los jardines Islámicos constituyen un
espacio de paz, donde el hombre queda protegido.
Aunque
el Coran no da ninguna directriz precisa para la jardinería y su
estética, es cierto que el texto sagrado musulmán sí que destaca
la importancia de las sombras de los árboles y del agua corriente,
pero también de la protección mediante muros circundantes, y del
embellecimiento de los edificios ricamente decorados y esparcidos en
el verdor, por eso, el denominado jardín Islámico se caracteriza
por tres elementos: los árboles, la sombra y sobre todo, el agua.
Efectivamente,
el agua es un elemento indispensable, la escasez de agua en los
países del sur la convierten en un activo muy valioso que debe
recolectarse, almacenarse y distribuirse de la manera más eficaz y
más barata, de esta manera, los “qanawat” y las norias se
perfeccionaron y fueron muy difundidas, como muestra de los
conocimientos hidráulicos de los árabes es la misma gota de agua
que serpentea a través de las impresionantes rampas de agua del
Palacio del Generalife de la Alhambra en Granada, que fluye hacia las
fuentes, se desliza por los canales y riega las huertas de un nivel
más abajo.
El
poder de refrescamiento del agua se utiliza en una sucesión de
efectos a distintos niveles que envuelven al caminante, a nivel de
los ojos, son los chorros de las fuentes; a nivel de las manos, las
rampas de agua; a nivel de los pies, las acequias y estanques que se
insertan en el pavimento y que cruzamos casi sin darnos cuenta. Las
norias, de tracción animal o humana, traen el agua a los estanques
(aljibes), en la Alhambra, un acueducto de 10 kilómetros trae el
agua a las cisternas superiores desde un represa en la cercana Sierra
Nevada, las acequias que atraviesan el pavimento unen los estanques
en un complejo flujo por gravedad, a imagen de los oasis, las
acequias riegan las plantas de una manera totalmente controlada, los
parterres están divididos por muros de contención, atravesados por
pequeños tubos de barro cocido, bloqueados sucesivamente por una
simple piedra, permiten el riego a cada nivel del jardín.
Este
papel funcional se combina con los valores simbólicos y religiosos,
el Coran, ya que impone ciertas abluciones antes de la oración, la
limpieza del cuerpo se expresa por la abundancia y la sofisticación
de los baños y sus anexos, por lo tanto, el agua es finalmente un
elemento estético importante, cuyos reflejos son repetidos y
multiplicados por las cerámica, entre ellas las famosas cerámicas
de brillo metálico, transmitidas a los árabes por los Bizantinos,
el murmullo de los regatos trae la calma y la serenidad y se combina
con el canto de los pájaros atraídos por las flores.
Respecto
al tipo de cultivos de este tipo de jardines, predominan los frutales
y las plantas aromáticas, los primeros como fuente de alimentos y
las segundas para proporcionar sensualidad al espacio. Incluso
podríamos decir que también es una forma de representación de las
dos versiones del hombre: la necesidad (mediante los alimentos) y el
placer (mediante las plantas aromáticas). Los jardines de la
Alhambra y del Generalife, en Granada, son el exponente perfecto de
este tipo de jardines.
Cabe
reseñar la simbología y los usos de este tipo de jardines, hay que
recordar que el jardín Islámico se inscribió principalmente en la
tradición que procedía de la Persia sasánida, los más bellos
jardines de los primeros siglos de la Hégira (VII a IX en Occidente)
se lograron en el Irán musulmán, de este período son dignos de
mención los jardines Omeyas, en los que se incorporaron rasgos de la
tradición de los parques reales Helenísticos, a su vez inspirados
en los jardines Persas, aunque con una particular disposición de los
elementos arquitectónicos (pórticos, paseos, peristilos).
Los
jardines Islámicos tenían diversos usos, el primero como ya he
mencionado antes, era la representación del Edén, pero más allá
de lo estrictamente religioso y literario, los jardines tenían otros
usos, uno era servir como espacio de ocio, en el que galerías de
pilares y columnas rodean florecientes y aromáticos arbustos, y
árboles y parterres llenos de flores, de hecho, en amplias zonas del
mundo Islámico los jardines ofrecen un espacio ideal para fiestas y
encuentros, y en el centro tienen una pila cercada por tiestos de
flores para disfrute del propietario y de los invitados, estos
jardines, la mayoría de las veces llamados “riyad”, estaban
siempre dispuestos de forma ortogonal, ya fueran cuadrados o
rectangulares, o fueran para príncipes o para ciudadanos en sus
viviendas privadas.
El
otro uso era el de servir como espacio de cultivo para flores y
plantas con fines medicinales, también es frecuente que los jardines
sirvan también de lugar de reposo a los muertos, en estos casos, son
pueden ser paisajes casi sin forma, un ejemplo de este tipo de
jardines lo encontramos en Rabat (Marruecos), donde existe un amplio
cementerio junto al mar, un paisaje verde apenas sin estructurar con
lápidas anónimas sin adicionales intentos de embellecimiento, o
como los complejos funerarios reales de los Otomanos que los
encontramos parques románticos y paisajísticos, en los que la
simetría cede a la naturaleza, o de cuidados parques dispuestos de
un modo bien resuelto, de jardines divididos en cuatro o de riyads;
Por el contrario, nos encontramos con el modelo de los soberanos
Indios, que hacían de sus tumbas grandes complejos que incluían
ricas instalaciones, cruces de anales, juegos de agua y suntuosos
monumentos (como por ejemplo, el Taj-Mahal).
Ramón
Gijón, delineante proyectista.
Fuente:
espores.org
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