Plantas
xerófitas.
La
palabra xerófita proviene del Griego,
que significa xero-seco y fita-planta.
Su
hábitat natural son la cuenca Mediterránea, regiones continentales
del interior, desiertos,
estepas y roquedales áridos. Son
un
grupo de plantas
que se han adaptado a la escasez de agua,
modificando sus
raíces, sus
hojas y sus
tallos,
esta
adaptación tan extraordinaria de las xerófitas,
las
ha llevado a tener raíces
largas, hojas muy pequeñas, o
cubiertas con pelos
o cera o
incluso pueden tener espinas o
aguijones.
Esto
les permite captar cada gota
del preciado líquido que se pose en la planta o que
se encuentre alrededor
de la misma, en
condiciones desfavorables que otro tipo de plantas no resistirían,
esto las hace plantas muy apreciadas en la jardinería actual,
poniendo
en práctica el
concepto “xeroscape”,
que
se
desarrolló en el oeste de Estados Unidos en la década de los 80, (ver
el art. “El
jardín sostenible”), creando
jardines sostenibles y respetuosos con el medio ambiente.
Las
xerófitas mediante
ingeniosas adaptaciones que han
desarrollado con
el tiempo,
han
resuelto la escasez de agua y
la climatología extrema, así nos encontramos con las freatófitas,
que han desarrollado raíces
profundas para absorber cantidades suficientes de agua del suelo casi
seco, para ello cuentan con un xilema
muy desarrollado, que contiene vasos de gran diámetro que permiten
la circulación rápida de los
fluidos, como
ejemplos
tenemos al
Eucaliptus,
el
Adenium
obesum (rosa
del desierto) o
el
Prosopis.
Las
esclerófilas,
han
desarrollado
hojas pequeñas, verdes todo el año, coriáceas, es
decir, con limbo
es duro y espeso, poco
jugosas y
con
una
baja relación entre superficie externa y volumen; el tejido
vascular de las hojas,
frecuentemente está reforzado por lignificaciones.
Muchas plantas siempre-verdes tienen hojas revolutas para poder
reducir
la superficie de transpiración, otras las
tienen
escuamiformes o
erectas,
el
excesivo calentamiento del limbo se evita mediante la posición de
perfil, como ejemplos
tenemos al
Madroño, la Azalea o el Arrayán.
La
reducción,
es otra ingeniosa
adaptación, aquí las
hojas han evolucionado en la
formación de órganos aplanados, estos
órganos aplanados, foliiformes, se forman para compensar la
disminución de la fotosíntesis por la reducción de las hojas,
algunas
plantas presentan hojas
con filodios, es decir,
pecíolos aplanados de
aspecto laminar, que frecuentemente persisten después que la lámina
ha caído, como
ejemplos
tenemos a
las
Acacias.
Espinas
y aguijones, las espinas son formaciones agudas,
aleznadas, en ocasiones ramificadas, provistas de tejido vascular,
rígidas por ser ricas en tejidos de sostén,
ésta pueden tener un origen foliar como en la Acacia aroma (Espinillo), con espinas simples, en la Berberis vulgaris (Agracejo), con espinas trifurcadas o en la Euphorbia splendens (Corona de cristo), con las espinas que son estípulas modificadas. Las espinas pueden tener un origen caulinar, es decir que son ramas reducidas a espinas, como sucede en la Prunus spinosa (Endrino), en otras especies, el tejido vascular de la espina es una continuación del leño del tallo como en la Gleditsia triacanthos (Acacia negra), en otras ocasiones presentan espinas caulinares que a veces llevan hojas diminutas como en la Hydrolea spinosa (Abrojo), que es una planta palustre de nuestros humedales.
En cambio los aguijones carecen de tejido vascular y por ello son fáciles de arrancar, los aguijones de la Ceiba speciosa (el palo borracho), o de la Fagara rhoifolia (Tembetarí), son emergencias formadas por tejidos corticales del tallo.
ésta pueden tener un origen foliar como en la Acacia aroma (Espinillo), con espinas simples, en la Berberis vulgaris (Agracejo), con espinas trifurcadas o en la Euphorbia splendens (Corona de cristo), con las espinas que son estípulas modificadas. Las espinas pueden tener un origen caulinar, es decir que son ramas reducidas a espinas, como sucede en la Prunus spinosa (Endrino), en otras especies, el tejido vascular de la espina es una continuación del leño del tallo como en la Gleditsia triacanthos (Acacia negra), en otras ocasiones presentan espinas caulinares que a veces llevan hojas diminutas como en la Hydrolea spinosa (Abrojo), que es una planta palustre de nuestros humedales.
En cambio los aguijones carecen de tejido vascular y por ello son fáciles de arrancar, los aguijones de la Ceiba speciosa (el palo borracho), o de la Fagara rhoifolia (Tembetarí), son emergencias formadas por tejidos corticales del tallo.
La
suculencia,
en muchos casos, la planta
xerófita guarda
su reserva de agua durante los cortos períodos de lluvia y la
almacenan para la estación seca en los tallos,
los cuales se engrosan, es el caso de las cactáceas o las
caudiciformes, el agua la
pueden
almacenar en diferentes tejidos, en
la epidermis, como ocurre en las hojas de las Piperaceae y los
ficus; en el parénquima
acuífero, donde las células parenquimáticas que almacenan
agua son grandes, de paredes delgadas y con una gran vacuola donde se
acumula el agua, en estos casos, cuando
este tejido alcanza gran desarrollo y los órganos adquieren
consistencia carnoso-jugosa, las plantas se denominan suculentas, son
ejemplo de este tipo el Agave, el Aloe y el Mesembryanthemum (uña
de león).
En
los tallos suculentos de las
Cactaceae y en
ciertas Euphorbias
o
Asclepiadaceae, la reducción de las hojas se
extrema y las
plantas son áfilas, es
decir, carecen de hojas, en
estos casos la
función asimiladora de éstas
es realizada por los tallos, en
esta adaptación, se reducen
las
ramas laterales y las hojas
son
reemplazadas por espinas, aumentando
la corteza
para almacenar agua. Algunas Cactaceae presentan tallos aplanados con
yemas axilares reducidas en los nudos y estrechamientos en los puntos
de ramificación.
El
caso extremo de esta
adaptación es el tallo
esférico, con profundos pliegues y costillas que siguen las hojas
que se
insertan a lo largo de dos líneas opuestas en el tallo, estos
tallos plegados pueden extenderse o contraerse en
función de que el
parénquima acuífero esté más o menos repleto de agua, las
ramas que tienen un
crecimiento
limitado, es decir son ramas
cortas, con
ejes de
crecimiento internodal reducido y por lo tanto hojas muy próximas
entre sí, dispuestas muchas veces en roseta, a
este tipo de plantas se les denomina
brevicaules, en roseta o rosuladas, son ejemplos de este
tipo los
Kalanchoes, la Trasdescantia y
otras muchas endémicas en localizaciones concretas.
Con
lo expuesto en este artículo, si nos decidimos por un jardín de
xerófitas, está claro que disponemos de una enorme variedad de
especies, muchas de ellas autóctonas, con lo que conseguiremos un
mejor aprovechamiento hídrico, proporcionaremos alimento y refugio a
un mayor número de especies silvestres, entre ellas numerosas aves,
insectos y mariposas, en la medida de lo posible tenemos que imitar a
la naturaleza disponiendo de una gran diversidad de plantas y
ambientes (zonas de arboledas, arbustos, rocallas, zonas de plantas
aromáticas, tapizantes, recubrimientos vegetales e inorgánicos,
etc.) que son de gran atractivo para la fauna silvestre y tendremos
un jardín eco sostenible, ya que nuestro diseño estará basado en
el uso racional y eficiente del agua; Aunque resulte paradójico, el
xerojardín puede ser un lugar de gran belleza con mucha riqueza y
vida.
Ramón
Gijón, delineante proyectista.
Dedicado a mis amigos con los que comparto el respeto por el medio ambiente.
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